Archivo del terror desnudó a quienes “fingían ser corderos y eran verdaderos lobos”

El 22 de diciembre es un aniversario que algunos no quieren recordar. Se escucha decir a menudo que en esa época “se vivía mejor y no lo sabíamos”. Sin embargo, el descubrimiento de los Archivos del Terror fue como abrir las tumbas de desaparecidos de la barbarie stronista. En esta entrevista, el juez José Agustín Fernández, director de esos archivos declarado “Memoria del Mundo” por la UNESCO, refresca detalles de aquel hallazgo. El comisario a cargo se opuso al allanamiento ese día de 1992 y curiosamente hace poco lanzó un libro en el que se autoproclama como el verdadero descubridor. Fernández relata este y otros detalles alrededor de esos archivos que lapidan a los reivindicadores de la dictadura.

Juez José Agustín Fernández.
Juez José Agustín Fernández.Pedro Gonzalez

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- Son 29 años de los Archivos del Terror. Los represores de la dictadura ni se imaginaron que sus abusos iban a cobrar estado público, abusos que ellos mismos registraron caso por caso...

Ese hallazgo se produjo gracias a un Habeas Data que planteó el doctor Martín Almada. Era una nueva figura que incorporó la nueva Constitución de 1992. Nos constituimos en un local de la policía al que llamaban Departamento de Producción en Lambaré. Encontramos un archivo inagotable. Tiene un valor jurídico incalculable...

- ¿Qué hay en esos archivos?

- Muchos casos de desapariciones. Hasta ahora nadie sabe el paradero de los hermanos Ramírez Villalba, Agustín Goiburú, Carlos Mancuello, por dar unos ejemplos. Sus casos llegaron hasta la Corte Interamericana. Paraguay fue sancionado. En los archivos hay evidencias de detenciones ilegales, torturas. Son recuerdos amargos que nos hicieron pasar del rumor siniestro a la verdad probada...

- No era tan así como decían: “vivíamos felices pero no lo sabíamos”...

- Claro. Se decía que no pasó nada, que eran puras calumnias, que era fantasía, sin embargo, esos documentos demostraron otra cosa. El primer documento que encontré cuando allanamos ese departamento de la policía era el de los hermanos Villalba. Sus familiares habían planteado en esos tiempos una querella criminal en el juzgado del doctor Nelson Mora y me acuerdo que él había decretado inclusive la detención del general Stroessner que estaba exiliado en Brasil. Hubo casos como el de Martín Almada al que nunca le dijeron la causa de sus tres años de detención. La policía alegaba que su prontuario desapareció con el Golpe de Estado (de 1989). Sin embargo, los documentos sobre su apresamiento estaban entre los archivos de ese Departamento de Producción de la Policía...

- ¿Por qué los del nuevo régimen conservaron los documentos si eran evidencias comprometedoras contra miembros de la dictadura?

Ellos estaban seguros que la transición democrática iba a ser muy pasajera, supongo. La democracia estaba en pañales. El Poder Judicial apenas empezaba a gatear. Se estaba produciendo un recambio generacional. Yo era un juez de 29 años...

- Habrá sido todo un desafío. El sistema autoritario estaba intacto.

- Pienso que la juventud fue fundamental para salir airosos. El comisario Ismael Aguilera, responsable de ese lugar se opuso tenazmente a nuestro ingreso. Nos quiso retener para que esperasemos a su jefe. Le ordené que nos dejara pasar. Yo estaba investido de la autoridad que me otorgaba la Constitución y la ley. Se dio cuenta que no era una broma. Lo importante es que todo fue filmado por la prensa. Ese señor, el que se opuso a abrirnos hoy se hace llamar el verdadero descubridor de los Archivos..

- ¿Quién es… un farsante?

Sí. Ese comisario Aguilera tiene un libro de reciente aparición. Se llama: “Mi lucha por la verdad”. Quiere hacer creer que el hallazgo fue obra suya. El libro ni siquiera escribe el comisario. Leí que quien hace un supuesto trabajo de investigación es una periodista llamada Miguela Benítez contando una versión de Pancho de Vargas que dio a la Comisión de Verdad y Justicia. La autora, que parte de una premisa falsa y hasta risible, nunca habló conmigo.

- ¿De Vargas falseó?

Francisco José de Vargas nunca acompañó la comitiva que allanó el Departamento de Producción de la Policía. Mintió al decir que “nos encontramos frente a Canal 13″. Nunca estuvo allí. Solamente estuvo el doctor Martín Almada. De Vargas dijo que habló con una colega con quien se fue, la doctora María José, que era diputada, la esposa de Martín Sannemann. Hasta ella le desmintió. El llegó tarde a la intervención, ofuscado, pichado. De Vargas quiso interrumpir en forma prepotente el allanamiento. Es cierto, firmó el acta como testigo porque ya estaba para ese entonces, una hora después. Ese comisario supuestamente le llevó una carta a Pancho de Vargas y que en base a esa carta supuestamente De Vargas montó el operativo. Dijo que habló conmigo. Jamás habló conmigo...

- ¿Acaso el Congreso no estaba a su cargo en esos días?

No señor. Era un 22 de diciembre. El Parlamento ya estaba de feria desde el 20. Estaba en funciones la comisión permanente del Congreso. De Vargas era presidente de una comisión de Investigación. O sea, su versión hace agua por todos lados. Y esa versión de De Vargas es la base de ese libro del comisario. Es cierto. Hay una carta que en ese momento se agregó, lógicamente después de que el procedimiento se realizó... En fin, hay tantas falsedades. Abrimos una investigación. Nunca se fue a declarar Aguilera. Nunca me dio explicaciones de por qué se quiso oponer al procedimiento que hicimos en Lambaré.

- ¿Ese comisario es un farsante y De Vargas un mentiroso?

- El día que falleció De Vargas (2017) algunos medios destacaron: “Descubridor de los Archivos del Terror”. Eso es una mentira tan grande como el Paraguay. Yo no hablé antes así por respeto a su memoria pero ahora lo estoy diciendo porque se quiere tergiversar todo.

- La mayoría quedó impune. Por eso se animan...

- Es indignante que hoy se presenten como corderos personas que en su momento se comportaron como lobos...

- ¿Qué le mueve al comisario aparecer hoy como el “héroe”?

- Evidentemente él sufrió un capitis deminutio (disminución de capacidad). El sufrió seguramente mucha injuria en el sector policial porque fracasó en su intento de detener mi ingreso pero no pudo resistir el allanamiento. Hoy quiere erigirse en el hombre que dio la información. El único que podía ordenar en ese momento que alguien se constituya en ese lugar era yo, porque yo tenía la acción. Martín Almada fue el que me llamó para acudir al lugar. Me fui con él y los periodistas ingresaron con nosotros. Ellos pueden testimoniar que De Vargas no estuvo. Llegó una hora después y el comisario lo que hizo en todo momento fue oponerse al ingreso.

- ¿Por qué le quisieron sacar el mérito a Almada?

- Lastimosamente en nuestro país se multiplicaron los grupos de derechos humanos. Son antagónicos, hay mucho celo y afán de protagonismo. Nunca me presté a seguirle la corriente a ninguno. Es cierto, entre ellos hay gente que en su pasado sufrió privaciones y vejaciones. Por eso muchas veces somos muy tolerantes con ellos. Martín Almada también tendrá sus defectos pero no puedo negar que él fue el artífice de esto. Figúrese, el embajador francés le dio hace unos días atrás el título de “Caballero” que el Gobierno de Francia no le otorga así nomás a cualquiera.

- ¿Por qué cree que De Vargas mintió?

- Es posible que él pudo haber tenido el dato pero no recurrió a los mecanismos y conductos correspondientes. Después él se pichó porque otro fue el protagonista. Entre De Vargas y Martín Almada nunca hubo un acercamiento. Almada presentó su Habeas Data en septiembre de 1992. El descubrimiento se produjo en diciembre, tres meses después. Almada se puso furioso cuando el Gobierno (del general Andrés Rodríguez) contestó que no había ningún documento sobre sus tres años en prisión (entre 1974 y 1976). Allí fue que me dijo: “Yatopata pe documento”. Estaba seguro de encontrar. Encontramos con la ayuda de la Providencia, digo yo. Había cuadernos de seguimiento de personas hasta ese año 1992...

- Usted tuvo que haber tenido el apoyo de alguien. Sin padrino no se podía mover en esa época...

- Nosotros tuvimos el apoyo del presidente de la Corte José Alberto Correa. Uno de sus ministros más influyentes era el doctor Jerónimo Irala Burgos. Cuando se presentó el Habeas Data de Martín Almada le consulté algunas cosas. Lo único que yo quería era hacer bien mi trabajo sin salir un paso del margen de la ley. Hasta Almada se decepcionó cuando vio quien era el juez a cargo. “Es un mita’í” (un niño), dijo por mí. Yo soy de San Ignacio. Ya conocía la historia de represores como “Bota Pucú” García de Zúñiga o “Mandi’oró”, personajes siniestros que causaban terror en Misiones...

- Hasta hoy se trata de suavizar todas esas salvajadas. Con la entrega de zoquetes se trató de hacer olvidar a los que sufrieron...

- El “Síndrome de Estocolmo”, como en esa serie “La casa de papel”, donde a la mujer víctima del atraco le llamaban Estocolmo por simpatizar con su propio secuestrador y torturador. Quisieron maquillar, suavizar. Pero no se pueden borrar tantas décadas de persecuciones, torturas, ejecuciones, desapariciones forzadas, detenciones ilegales, control ilegítimo, falta de libertades, destierro. Esos documentos están ahí para aprender de ellos...

- ¿Nunca usted le reclamó a ese comisario?

- Los hechos desnudan el pretendido protagonismo de este señor que se opuso en forma terminante al allanamiento que hicimos. Después de 30 años se hace aparecer como el mentor de los hallazgos. Encuentra además personas incautas relacionadas con la prensa que lo apoyan y lo promueven en algunos medios sin medir su conducta censurable. Lo desmienten los documentos, los testimonios, los libros y los hechos. Lo desmienten los documentos del caso central que nos movió a allanar ese local de la policía que es el caso llamado Martín Almada sobre Habeas Data...

- ¿No hubo amnistía acá?

- No. Este fue el único país en el que ni se intentó siquiera establecer una ley de amnistía, una ley de perdón o ley de punto final. Al contrario, tenemos una ley que declara “Día de la dignidad nacional” el 22 de diciembre. Quedaron al descubierto todas esas personas que en esos primeros años de democracia fingían ser corderos siendo realmente lobos. Nuestra coordinadora de los Archivos, Rosa Palau, publica un documento que se llama “Agentes confidenciales, agentes secretos, los pyragüés”. Hay una lista de pyragüés (soplones al servicio de la policía). Rosa armó un catálogo. Hizo una descripción de cómo hacían sus informes los pyragüés. Se publica en nuestra página digital del Poder Judicial.

- Pocos fueron castigados por el terrorismo de Estado. La impunidad hizo que los stronistas revivieran en el 99 con la caída de Cubas.

- Esa es una lección que no terminamos de aprender. Con la impunidad vuelven hasta los dictadores o sus descendientes. En nuestro país, el Ministerio Público hizo poco para motorizar los procesos y la condena. Están los documentos que son irrefutables. Los crímenes por el terrorismo de Estado son imprescriptibles. La UNESCO reconoce los Archivos como Memoria del Mundo.

- ¿Siguen intactos esos documentos o como se cree, mucha gente hizo desaparecer lo que le comprometía?

- En el traslado se hurtaron documentos, eso es categórico. Ni nos imaginamos en su momento la magnitud de todo lo que íbamos a transportar. Fue imposible de controlar. Varios periodistas llevaron a sus medios y comenzaron a publicar. Después algunos devolvieron. Todo lo que llegó al Poder Judicial enseguida lo catalogamos, lo digitalizamos. Así se pudieron reconstruir muchos casos... El doctor Martín Almada encontró ya justicia en dos instancias en base a esos documentos. Ese solo hecho justifica en todo ya lo que hicimos. Los documentos están en la planta baja del edificio del Palacio de Justicia. Estamos vinculados con el Archivo Nacional, con la Defensoría del Pueblo. Cualquiera tiene acceso.

- ¿Es cierto que los archivos se descubrieron gracias a una mujer despechada?

- Puede ser parte de la historia que está detrás. A mí, el dato me dio Martín Almada. A él le pudo haber dado otra persona y a esa persona otro, pero de que estaban celosamente guardados y custodiados eso fue real. Lo que hicimos nosotros fue animarnos a desafiar a la policía represora que todavía no se había desmantelado. Ese hallazgo permitió que esos documentos estén a salvo en el Poder Judicial.

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