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La licenciada Gladys Patiño, especialista en nutrición funcional, participó en el programa Radio Revista, y compartió algunas nociones nuevas acerca del consumo de alimentos, teniendo en cuenta el cuerpo y la mente.
“Estuve estudiando neuronutrición, viendo la inteligencia emocional en nutrición, donde se estudia al paciente en cuerpo y mente”, comenzó.
Según la nutricionista asociamos nutrición con peso, y la gente dice: ¿para qué te vas al nutricionista si tenés buen peso? “Recordemos que todo lo que comemos va a nuestras células, neuronas, cabellos, piel, nuestros órganos y sistemas”, detalló.
“Y la neuronutrición estudia como funciona nuestro cerebro y nuestra mente en relación a los neuro transmisores y los alimentos. No solamente somos lo que comemos, también somos lo que pensamos y sentimos, y en general seleccionamos los alimentos de acuerdo a cómo estamos en el día”, mencionó.
La licenciada amplió, “lo que pensamos influye en lo que sentimos, la inteligencia emocional en las escuelas de Estados Unidos y Brasil, porque en todas las áreas de salud, empresas, vemos que el 80 % del éxito depende de la inteligencia emocional”.
Más de la inteligencia emocional
El “doctor Daniel Goleman que con su libro Inteligencia emocional abordó el éxito en la salud, en las empresas en todo lo que se refiere a las emociones. Y el doctor Daniel López Rosetti, cardiólogo, especialista en medicina del estrés, dice que somos seres emocionales que razonamos”, fue el preámbulo para alertar sobre esta indudable relación entre lo que penamos y lo que comemos.
Pensamientos normales
“Uno escucha: en casa se come mucho, es normal que se grite, normalizamos y pensamos que es normal lo que hacemos o como sentimos. Es muy importante identificar y gestionar esas facetas”, subrayó.
Según indicó la especialista un 25 % es genética y el 75 % es ambiente: el niño va a traer información pero no se va a expresar si el medio no le permite, según definió. Desde niños nos enseñaron a no sentir: “no llores, no digas, obedecé, callate, lo que yo diga se hace”.
Ya a temprana edad empiezan los trastornos alimentarios, compensamos emociones con exceso, y todo exceso refleja una carencia.
“Estamos felices comemos, estamos angustiados, comemos, estamos ansiosos, comemos, y a veces identificamos mal las emociones”, señaló.
Culpable o responsable
Patiño expresó que cabe preguntarse ¿Cuando como en exceso me siento culpable o responsable? Cuando como algo yo soy responsable de esa decisión, yo decido si hago algún tipo de dieta. Si decido cuidarme es una decisión y esa es una responsabilidad”.
También habló de “la culpabilidad asociada a un sentimiento de que hiciste mal algo. Asociamos las Fiestas y cenas de fin de año, encuentro con los compañeros, “comí mucho y me siento culpable”, por ejemplo.
“Hay varios estudios que señalan que si una persona siente culpa cuando come, se debe preguntar si también siente culpa en otros aspectos de la vida”, ahondó.
La relación con la comida
¿Cómo nos relacionamos con los alimentos, con las personas, con el trabajo? cuestionó.
Las relaciones son un reflejo de esa programación que tenemos. “El problema no es el alimento, sino porque quizá de niño nos hicieron sentir culpabilidad o rechazo”.
Hay que identificar cuál es la diferencia entre una emoción y un sentimiento, reveló.
También explicó que una emoción es una respuesta psico física rápida. “Estoy alegre, estoy triste, el problema es cuando esa emoción es frecuente e intensa. Entonces dicen hoy estuve triste y entonces comí un chocolate, un bollo, una medialuna”.
Comer es un placer
Destacó de nuevo a la inteligencia emocional, gestionar las emociones es el primer paso para hacer cambios. No hay dietas mágicas, si no hacemos los cambios internos.
Por último, aconsejó aprender a cocinar, a usar el presupuesto, hay mucho que cambiar. Un consultorio smart puede ser el inicio para un bienestar integral, a través de la tecnología, resumió.