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El Ministerio de Educación (MEC) propone para este año lectivo, que comenzó el 2 de marzo en el sector oficial, una educación en tres modalidades: la virtual; la híbrida, en parte presencial y en parte virtual; y la 100% presencial, casi exclusiva para zonas rurales y alumnos en contexto vulnerable. Pero en este país, donde la educación no es prioridad, todo el año pasado no le bastó al Gobierno para poner en condiciones las escuelas ni garantizar que todos los alumnos tengan conectividad. Por ende, la situación en que este 2021 se desarrollarán las clases es tan o más desafiante que el 2020 tanto para docentes, como para alumnos y padres.
El plan educativo perfecto
En plan de clases elaborado por el MEC para este año tiene en cuenta las necesidades que se dan ante la circulación de covid-19 en la comunidad, que obligan a flexibilizar la modalidad educativa. El viceministro de Educación, Robert Cano, explicó en varias ocasiones que la idea es que los estudiantes y docentes puedan cambiar de sistema de capacitación según la coyuntura en sus hogares y acorde la situación sanitaria en su institución educativa y en el país. O sea, que un niño que esté cursando el año de forma presencial o híbrida, ante casos de covid en su aula o en su casa, pueda seguir estudiando de manera virtual y volver luego de 10 días a la escuela sin que su proceso de aprendizaje se interrumpa o se retrase.
Para que este plan pueda desarrollarse, se estableció un horario nacional de clases y el Ministerio de Educación se comprometió a proveer una semana antes el contenido educativo de todas las materias, con material de apoyo en PDF y en videos. Se pretende que los niños que están en el aula y los que estudian de forma virtual, el mismo día desarrollen los mismos temas en las mismas materias.
En escuelas y colegios donde la educación puede ser 100% presencial, porque la cantidad de estudiantes por sección no sobrepasan una “burbuja” de 15 personas, no hay mayores inconvenientes. Pero la situación se hace más compleja en las demás instituciones educativas, en las que por grado o curso hay al menos dos “burbujas” y también tienen mayor cantidad de grados y cursos. Para estos casos, que son la mayoría en las regiones urbanas, el planteamiento es la educación híbrida.
El protocolo de retorno seguro a las escuelas, elaborado por el Ministerio de Salud Pública, el MEC, la Sociedad Paraguaya de Psicología y la Sociedad Paraguaya de Pedagogía, establece las normas que deben seguirse en las instituciones educativas para reducir los riesgos de contagio de covid-19. Son los pilares de este protocolo, el uso de tapabocas, el lavado de manos frecuente, la distancia física, la ventilación, y los grupos “burbuja” de hasta 15 estudiantes con la menor cantidad posible de docentes.
La educación híbrida permite garantizar que en las escuelas y colegios haya un número reducido de alumnos, que las burbujas se respeten y evitar que sus miembros se vinculen con otros grupos. También facilita que se puedan utilizar las aulas más amplias y ventiladas de cada institución. Para ello, por ejemplo, los niños del Primer Grado van a clases dos días de la semana; los del Segundo Grado van los otros dos días de la semana y el quinto día queda para los pequeños del Pre-Escolar y Jardín. El resto de las jornadas escolares, estos estudiantes desarrollan contenido educativo desde sus casas, de manera virtual. En el Tercer Ciclo y el Nivel Medio la distribución entre clases presenciales y virtuales es similar.
Así también, para permitir que todo esto sea posible, a los docentes que enseñan de manera híbrida, el MEC les distribuyó su tiempo entre días de educación presencial y otros para la capacitación virtual, a la que pasaron a llamar también “tutorías”. Los días en que los maestros titulares capacitan de forma presencial, sus alumnos virtuales reciben enseñanza con el “docente nacional”. Este nuevo tipo de maestro desarrolla clases completas, de 40 minutos, grabadas en dos videos de 20 minutos cada uno y los estudiantes virtuales miran las clases pre-grabadas. Si tienen dudas, preguntas o no entendieron, estos alumnos deben acudir a su maestro titular en los días de “tutoría”. Para envío y corrección de tareas se implementará un nuevo sistema, mediante el cual, a través de la plataforma “Tu Escuela en Casa”, el alumno tomará una foto de su trabajo y lo adjuntará para enviarlo como si fuese un mail a su docente, que al corregirlo podrá darle la devolución mediante el mismo sistema. “Ya no se va a necesitar el Whatsapp”, anunciaba el viceministro de Educación, Robert Cano, en conferencia de prensa.
El país de los sueños y la cruda realidad
En un país de primer mundo, donde todas las escuelas y colegios están en perfectas condiciones edilicias, tienen computadoras y conectividad, y donde todos los estudiantes, además de tener tablets, computadoras, celulares e internet, aprendieron a ser autodidactas desde pequeños, el plan educativo del MEC es perfecto. Pero la realidad nacional, con una desigualdad social importante en todos los aspectos, dificulta ejecutar a carta cabal el proyecto y también genera expectativas respecto a cuál será su efectividad en el proceso de aprendizaje, principalmente en el sector oficial o público.
Hay a nivel nacional 8.836 escuelas y colegios oficiales, según el Ministerio de Educación. Incluso cuando entre el 2019 y el 2020, por decreto el presidente de la República, Mario Abdo Benítez, había decretado emergencia educativa por las urgentes necesidades en infraestructura que había en esas instituciones, en esos dos años no se avanzó demasiado.
Este 2021, 450 escuelas y colegios tienen aún aulas y pabellones clausurados por peligro de derrumbe, acorde información oficial. Pero además de estas instituciones, que están en los niveles más altos de emergencia, hay cientos de otras en las que los techos tienen agujeros enormes, las paredes están ajadas, los pisos están rotos y se hunden, las ventanas están herrumbradas y no se abren, las puertas están podridas, hay problemas con las instalaciones eléctricas. Muchos sanitarios, entretanto, ya carecen de cisternas, otros de tapas para inodoros y en algunos casos, los mismos aparatos están descompuestos.
En julio del año pasado, el ministro de Educación, Eduardo Petta, afirmaba que hay en el país 740 escuelas y colegios que aún tienen letrina. Con fondos emergenciales de la Unión Europea, el desafío, decía, era llegar a fin de año con “letrinas cero”. El 16 de febrero declaró que hay aún 733 instituciones educativas con letrinas. Si se toman en cuenta sus dichos, desde julio hasta el mes pasado se habrían instalado baños “modernos” en apenas 7 escuelas. Petta volvió a repetir que todas las letrinas se convertirán en sanitarios modernos, pero que eso llevará tiempo.
La falta de agua es otra situación difícil por la que atraviesan las escuelas y colegios del país. Antes de la llegada del covid-19, padres colaboraban para comprar bidones de agua mineral para que bebieran sus hijos, pero ahora el vital líquido es imprescindible para seguir el protocolo sanitario de retorno a las aulas, que requiere el lavado de manos de todos los estudiantes por lo menos a la entrada de la escuela, antes y después de salir al recreo, antes y después de ingerir alimentos, y antes y después de ir al sanitario.
Esta situación ya se conocía en marzo del año pasado, cuando se decretara la suspensión de las clases presenciales. Y se sabía también que apenas se pudiese, la educación debía volver a ser en las aulas. Con todo, ante la emergencia sanitaria el Gobierno resolvió recortar a la mitad el fondo de gratuidad que reciben las escuelas y colegios dos veces por año y que se utilizan para algunas reparaciones menores, como cambios de fluorescentes, adquisición de artículos de limpieza. Tiempo después, incluso cuando ya organizaciones internacionales como Unicef urgían que se organice el retorno a las aulas ante los peligros de deserción escolar y las dificultades que había con la educación virtual, el Congreso y el Poder Ejecutivo decidieron recortar en un 8% el presupuesto del MEC para este 2021.
Ante las circunstancias, gremios docentes pretendieron inclusive suspender el inicio de la educación presencial y urgir la refacción de escuelas y colegios. Junto con el MEC se presentaron dos proyectos de ley de declaración de emergencia educativa, esta vez requiriendo al menos US$ 78 millones para poder realizar reparaciones, comprar insumos de bioseguridad, contratar limpiadores y garantizar conectividad. El año lectivo 2021 comenzó este 2 de marzo, virtual y presencial, y los proyectos no fueron analizados aún en el Congreso. Mientras, en gran parte de las escuelas y colegios, las refacciones, construcciones de aulas y acondicionamientos generales comenzaron recién la semana pasada.
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La presencial y la virtual
Para organizar la educación en las escuelas, el MEC pidió a los padres que informen si sus hijos estudiarían de manera virtual o también autorizaban que lo hiciesen de manera presencial. Hasta este miércoles, de 1.025.876 estudiantes, 285.397 se reportaron para la enseñanza netamente virtual y 740.479 confirmaron que también cursarán de forma presencial. En las zonas urbanas,193.852 alumnos seguirán sus estudios sólo a distancia, mientras 400.337 alumnos irán igualmente a las aulas. En el sector rural, 57.632 optaron por la exclusiva capacitación virtual y 273.973 irán a las escuelas. Tanto en el sector oficial, como en el privado y privado subvencionado es mayoría la cantidad de padres que desearon que sus hijos se capaciten de manera presencial.
Para el cumplimiento del protocolo sanitario en escuelas y colegios se requiere, además de condiciones de infraestructura, la adquisición de insumos de bioseguridad, como alcohol, jabones, papel, termómetros digitales, además de elementos de limpieza como lavandina y desinfectantes. También se necesita que haya un equipo que se encargue de higienizar las salas y dependencias de las instituciones educativas de manera permanente.
El Estado se comprometió a proveer alcohol suficiente, además de tapabocas para los primeros días de clases y termómetros recibidos en donación. Lo demás corre por cuenta de la administración de fondos públicos y donaciones que realicen los directores y también de las cooperadoras escolares o ACE, que el año pasado no activaron debido a la suspensión de actividades presenciales y que ahora deben reunir dinero para el mantenimiento de las escuelas de sus hijos. Uno de los principales destinos del aporte de los padres -que se necesita si bien la educación pública se garantiza como gratuita- es la contratación del personal de limpieza, explicó en su momento Francisca Monges, presidenta de la federación de padres de instituciones educativas oficiales, Fedapy.
Con todo, para la educación presencial, el MEC consideró que cumplen las condiciones edilicias y se ajustan al protocolo y habilitó el 77% de las más de 8mil instituciones educativas a nivel nacional. Gremios docentes afirman que muchas escuelas y colegios están funcionando, empero, sin condiciones óptimas.
Igual que el año pasado
A las dificultades para el desarrollo de la educación presencial, se suman las que existen para la formación virtual, que siguen siendo las mismas del año pasado: la falta de acceso a conectividad, celulares y computadoras por parte de estudiantes y docentes. El ministro de Educación, Eduardo Petta, prometió entregar este año notebooks para 60.000 maestros, pero ese plan no comenzó a ejecutarse. También prometió tablets para 38.000 alumnos de zonas vulnerables con fondos provenientes de Catar y a través de Unicef, pero este plan aún no es más que una carta intención enviada a aquel lejano país, que hasta fines de febrero no había respondido aún.
Es preocupación de docentes, padres y alumnos que en el marco de las clases híbridas y con un horario de clases estandarizado, queden rezagados en los estudios los niños y jóvenes que no puedan acceder a un teléfono y a señal de Internet para hacer las tareas los días que les toque la modalidad virtual. Es mayor la preocupación teniendo en cuenta la intención del MEC, de que desde el 5 de abril, con el desarrollo de nuevos contenidos y la habilitación del nuevo sistema de entrega de tareas, los alumnos tendrán que tomar fotos de la tarea realizada y enviarla a sus docentes mediante la plataforma del ministerio de Educación.
El 16 de febrero, ante la Comisión Permanente del Congreso Nacional, el ministro de Educación, Eduardo Petta, había dicho que 18.000 alumnos salieron del sistema escolar, o sea, desertaron, durante el 2020 principalmente por falta de conectividad.
El MEC insistió en que para compensarlo debía priorizarse y garantizarse la educación presencial en las áreas rurales y zonas vulnerables del sector urbano, ya que a esos segmentos pertenece la mayoría de los estudiantes que tienen problemas de acceso a tecnología de la información. El 80% de las escuelas y colegios de zonas rurales tienen secciones con menos de 15 alumnos, por lo que la educación 100% es viable, explicó Robert Cano.
Sin embargo, existen instituciones educativas de áreas rurales y vulnerables en las que las clases no podrán comenzar presenciales porque finalmente no llegaron a estar en condiciones hasta ahora. Tal es el caso, por ejemplo, de la escuela San Francisco de Asis, de Caraguatay, departamento de Cordillera. Allí hay grados, como el Sexto, en el que sólo hay cuatro alumnos, pero los padres fueron informados esta semana de que no habrá presencialidad porque la institución no está en condiciones y que este año los alumnos no podrán estudiar con cuadernillos, como ocurrió el año pasado, sino que indefectiblemente tienen que tener un celular e internet para recibir y entregar las tareas por ese medio; algo que para muchas familias no es posible.
En la escuela 3737 parroquial subvencionada Santa Rosa de Lima, en el Bañado Norte de Asunción, toda la educación escolar básica será virtual durante los tres primeros meses porque allí tampoco hay condiciones edilicias de recibir a los estudiantes, mayormente de pocos recursos económicos.
A fines del año pasado, docentes, padres y alumnos coincidían en que, pese al gran esfuerzo que todos realizaron por desarrollar contenido de manera virtual o a distancia, llevando material impreso hasta las casas de los estudiantes, el aprendizaje no fue óptimo, sino todo lo contrario. “No aprendí nada”, dijeron varios jóvenes entrevistados. Incluso quienes mantenían promedios altos, de 4 o 5, durante todos sus años de estudio, bajaron sus calificaciones y admitían no haber aprendido. Las exigencias debieron bajarse y se permitió incluso que se lleven el 100% de las materias a periodos de regulación. Este mes, por ello, será de adaptación a las nuevas modalidades educativas y de retroalimentación. En medio de la pandemia de covid-19, el desafío para este 2021 siendo cómo garantizar enseñanza de calidad para todos los estudiantes del país en un contexto con tantas inequidades.