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Los números de COVID-19 siguen en aumento en el país, superando ya los 7.500 casos confirmados y llegando a cerca de las 90 muertes. Desde el inicio de la pandemia en Paraguay, el 7 de marzo, el Ministerio de Salud habló de la necesidad de reforzar el sistema de salud y principalmente proteger al personal de blanco, por lo que todo el territorio nacional fue a cuarentena total por 43 días; sin embargo, tras varias licitaciones fallidas, los insumos tardaron en llegar y en algunos sitios siguen en falta.
En ese contexto, personal de blanco –además de encargados de limpieza y del área administrativa que trabajan en las dependencia de salud de distintos departamentos del país- llegó hasta Asunción y pudo elevar su voz para contar la realidad que le toca vivir diariamente en el marco de la pandemia de COVID-19, que a la fecha ya se extendió por más de cinco meses.
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Cabe resaltar que el ministro de Salud, Julio Mazzoleni, fue abordado sobre la falta de equipos de protección para el personal de blanco en el interior del país y en varias ocasiones emitió la misma respuesta: “Las denuncias no llegan” hasta la estatal. Incluso, solicitó que se realicen estos requerimientos ante la institución. Hoy, con nombre y apellido y localidad, varias de estas personas que se encuentran en la primera línea de batalla contra el nuevo coronavirus cuentan sus testimonios:
“No tenemos equipos de protección, lo que tenemos es lo que la ciudadanía donó y lo que compramos. Ponele que para la semana pagamos G. 50 mil semanal y nosotros no cobramos, tenemos que pedir otra vez a nuestras familias”. (Ruth Aguilar, de San José de los Arroyos, departamento de Caaguazú).
“Tenemos que comprar de nuestro bolsillo para protegernos, yo soy limpiadora del laboratorio, no tenemos nada (insumos para la higiene), ponele que gasto G. 100.000 porque es grande el laboratorio”. (Hermelinda Santacruz, de San José de los Arroyos, departamento de Caaguazú).
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“Nada nosotros no tenemos, pagamos de nuestro bolsillo, encima que cobramos G. 300.000, de eso no se compra nada, encima nos vamos lejos, ni nuestro combustible no nos cubre; tenemos que comprar tapabocas, el protector facial, los que el Ministerio proporciona no funcionan para nada. Un tapabocas está G. 25.000, eso es en cada guardia”. (Fidencia Núñez, departamento de Paraguarí).
“En mi región sanitaria se provee, ¿pero cuál es el problema? Que no alcanza. Nosotros como funcionarios de consejo no cobramos, yo me compré equipos de bioseguridad lavable, tengo en mi casa. Compré tapabocas, la bata, más o menos un gasto de G. 200.000 al mes”. (Luz Díaz, de la III Región Sanitaria, Cordillera).
“A veces tenemos, a veces falta, no todas las veces tenemos, ahora hace falta el gorro, a veces la mascarilla, tenemos el de tela o compramos; depende, si hacés doce horas se compra dos veces, hasta seis horas se puede usar la mascarilla. Depende, a veces dos tres veces al mes tenemos, una semana tenemos, otra semana falta”. (Daniela Figueredo de Carapeguá, departamento de Paraguarí).
“Cuando se inició la pandemia los servicios de salud estaban contando con los insumos, ahora faltan algunos que otros insumos, más gorros, tapabocas. Más en laboratorio lo que están teniendo porque están haciendo los hisopados”. (Elsa Santacruz Carapeguá, departamento de Paraguarí).
“Nos faltan elementos como tapabocas, caretas; de repente no tenemos todos los insumos, si no pedimos no tenemos, al principio comprábamos, ahora nos están dando, por lo menos dos por día tenemos que usar”. (Sonia Jacquet, departamento de Misiones).
“En realidad no tenemos nada, en nuestro servicio no tenemos ni médico, ni aguja ni hilo para hacer sutura. Sábado y domingo hacemos guardia entre dos. No tenemos medicamentos, ambulancia, tapabocas, compramos... G. 50.000 mensual gastamos por tapabocas”. (Lorena Céspedes, Mbuyapeý, departamento de Paraguarí).
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“Cobramos cada dos meses, nuestra bata en vez de tirar lavamos y reutilizamos. Los pacientes se van, nosotros les mandamos otra vez. No tenemos cama, internados no tenemos luego allá porque no tenemos doctor”. (Liz Barreto Mbuyapeý, departamento de Paraguarí).
Estas son algunas de las historias de personas que trabajan en la primera línea de la lucha contra el COVID-19 y se encuentran sin armas para enfrentarlo. Además de la falta de pagos, tienen que desembolsar de su propio bolsillo para tratar de librar diariamente cada batalla, a la espera de disponer por lo menos de los insumos para poder prestar una buena atención y, por supuesto, no sacrificar sus propias vidas en ese afán.
Antecedentes
Es importante resaltar que la primera gran compra de insumos y trajes de protección tuvo inconvenientes desde un principio, porque los elementos que llegaron al país no cumplían las especificaciones técnicas requeridas para prevenir el nuevo coronavirus. Sin embargo, el titular de Salud aseguró que no había irregularidades en dicha licitación.
Posteriormente, la Contraloría emitió un extenso documento que hablaba de una licitación viciada, por lo que el ministro se vio obligado a cancelar el contrato, exigir la póliza de G. 17 mil millones que se entregó como adelanto y anunciar un “sumario administrativo” para los funcionarios de Salud encargados del área de Contrataciones.
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Asimismo, legisladores presentaron una denuncia ante el Ministerio Público por esta licitación fallida, a lo que Mazzoleni respondió que el caso ya estaba siendo investigado y que no requería otra acción por parte de la cartera estatal a su cargo. No obstante, dos días después, él mismo presentó ante la Fiscalía una denuncia contra las empresas proveedoras Imedic y Eurotec, vinculadas a Justo Ferreira.
Hasta la fecha, ni un solo funcionario de Salud fue procesado por este hecho y la Comisión Especial de Control y Supervisión de Compras COVID-19 concluyó que “no hubo daño patrimonial”. Más tarde, cuando el ministro de Salud fue consultado con respecto al tiempo de aislamiento total que se realizó en el país para equipar el sistema de salud, respondió que trataba más bien de algo “secundario” y que el objetivo principal se basó en evitar muertes.
A la fecha, los casos confirmados de COVID-19 superan los 100 por día, la mayoría sin nexo, y la cifra de muertos va en constante aumento; incluso, se llegaron a contabilizar siete fallecidos en un día.
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