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Días atrás, técnicos de la entidad binacional realizaron un relevamiento en la zona conocida como sectores 4, 5 y 6 del nuevo circuito comercial, un área ubicada en cercanías al arroyo Potîy, donde fueron construidos puestos de venta destinados a trabajadores informales de la vía pública, de la desaparecida “Zona Baja” de Encarnación.
Hicimos un relevamiento minucioso del lugar y encontramos al menos cinco personas que no fueron adjudicadas por la EBY, pero que estaban ocupando locales que fueron adjudicados a vendedores en espacios públicos, señaló la Lic. Ana Araújo, asistente social de la EBY.
Entre los ocupantes ocasionales incluso encontraron a una persona en conflicto con la ley a quien una orden judicial le fija prisión domiciliaria, y el afectado declaró este sitio como lugar de residencia.
La intervención de la EBY se produjo luego de denuncias de dirigentes de los vendedores, quienes incluso tienen presentadas denuncias ante la Comisaría Segunda, por hechos de robo de que fueron víctimas algunos comerciantes.
De acuerdo a lo señalado por la funcionaria, están estudiando el mejor mecanismo a aplicar para desalojar a estos ocupantes irregulares, pero por lo pronto, según dijo, la entidad intimará a los que fueron adjudicados y no están ocupando sus puestos a que ocupen esos espacios, o en todo caso a que liberen esos lugares, porque no corresponde que estén en estas condiciones.
El traslado y reubicación de los trabajadores informales, llamados “mesiteros”, que tenían puestos de venta en la antigua Zona Baja de la ciudad, desaparecida tras el llenado del embalse de la presa, se remonta a unos 10 años.
La ubicación de los bloques asignados a estos “mesiteros”, en una orilla de lo que es el nuevo circuito comercial, los dejó fuera del área de circulación de turistas compradores, por lo que estos puestos de venta no tuvieron el éxito esperado.
Algunos de los beneficiarios alquilaron sus puestos como depósito de mercaderías, otros “alquilaron”, pese a que no está permitido, como viviendas, lo que dio lugar a la aparición de una especie de “conventillo” que prosperó ante la inacción de los responsables, sean la EBY, dueña de los puestos de venta y del inmueble en el que está asentados, y la misma Municipalidad, que es la encargada de regular la actividad comercial.