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Élida, una paraguaya repatriada con el mismo vuelo en el que llegó el empresario Saber Karim Salum Penayo (50), identificada plenamente por ABC, reveló que la fiscala Teresa Sosa sí ingresó al avión en el sector de los pasajeros, a pesar de que la agente fiscal lo negó. Tras difundirse una foto en que se veía a la agente fiscal en la aeronave, dijo que solo subió a la cabina principal pero no al sector de los pasajeros. El vuelo humanitario arribó el pasado jueves a nuestro país trayendo a compatriotas desde los Estados Unidos.
La pasajera también contó que fue enviada al albergue del Gobierno para hacer cuarentena obligatoria con una señora de 70 años que tiene diabetes, situación que contradice lo que en su momento declaró la fiscala Sosa: que tenía el listado con las edades de todos los pasajeros y que los mayores de 60 años debían ser enviados a sus casas para el aislamiento social, incluido Salum. Recién en el albergue, cuando los médicos constataron la edad y el estado de salud de esta, y otras dos mujeres mayores más, fueron enviadas a sus casas.
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La testigo relató que, al aterrizar, la azafata les pidió a los pasajeros que se pusieran de pie y que esperaran a recibir indicaciones. “Entra una persona vestida de (bata de) color celeste, tipo de protección (...) y se presenta: ‘Soy la fiscala del crimen Teresa Sosa’. Entra ella en el avión, no es que no entró, eso es mentira. Todos vimos que ella entró, todos. De forma, te puedo decir, prepotente, porque fue la forma muy seca (...) y directamente dice de forma prepotente que esperemos en nuestros asientos enumerados”, contó la mujer.
Añadió que Teresa Sosa les anunció que iban a entrar médicos al avión a inspeccionarles, pero no se presentó ningún funcionario sanitario. Posteriormente, procedió a llamar al empresario. “Jamás entró ningún médico, nadie de Salud entró. Todos nos mirábamos y nos quedamos extrañadísimos porque no entró nadie (...) Luego procedió a llamar a cuatro personas por sus nombres, entre ellos un señor de nombre Karin Salum que yo recuerdo y la mayoría recordó porque no era un nombre muy paraguayo”.
“No se levantaba el señor Karim, porque le llamó, le llamó y le llamó. No se levantaba el señor Karim. Luego, procedió a llamar a mayores de 30 años que viajan solos y no sean estudiantes (...) Salieron unos cuantos, mayores de 30 años. Procede luego a llamar a 20 voluntarios hombres, mayores de 30 años y luego dijo ‘más trece voluntarios’ (...) Como que el señor no se tomaba por aludido, no salía, no salía y no salía, le volvió a llamar ‘señor Karim Salum’, le volvió a llamar”.
La mujer indicó que no recuerda en qué momento salió Salum del avión, pero estima que fue recién a lo último, cuando se estaba bajando a los niños. Menciona que había una niña que estaba con vómitos y que la fiscala le dijo a su madre que debía esperar su turno para bajar del avión.
Tres adultos mayores y una con enfermedad de base
Élida relató a ABC que tres señoras de más de setenta años fueron enviadas en un principio a los albergues. "Tuvieron que venir hasta el albergue donde nosotros estamos (...) una de ellas con 70 años (y) diabetes. A esta señora le tuvieron en el albergue, a esta señora la tenían que apartar desde el aeropuerto para que ella no tenga ningún contacto”, manifestó la pasajera.
Detalló que en el albergue la septuagenaria habló con los médicos, le tomaron la temperatura y la presión, le preguntaron qué condiciones tenía y ahí les detalló que tenía diabetes. "Ahí entonces ellos (los médicos) se quedaron sorprendidos. Nadie les avisó que había una persona con diabetes, eran tres personas mayores (...) A estas personas se les derivó a sus casas”.
La fiscala Teresa Sosa explicó a los medios que antes de que el avión aterrice contaba con una lista que discriminaba a los pasajeros por grupos de edad. A los mayores de 60 debía enviarlos a sus casas, lista en la que incluyó a Karim Salum (supuestamente por ser mayor de 60 años) y con asma. Pero luego se supo que el empresario solo tenía 50 años y que solamente él fue apartado en el aeropuerto y enviado a su residencia, mientras todo el resto tuvo que llegar al albergue destinado para la cuarentena obligatoria.
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La testigo se pregunta por qué la fiscala Teresa Sosa no separó a las señoras de más de 70 años si contaba con el listado de los pasajeros con sus respectivas edades. “Tuvo que esperar cuatro horas y media en el colectivo que nos traía a los albergues, con hambre”.
Tanto la fiscala Sosa como su jefa, la fiscala general del Estado, Sandra Quiñónez, son sospechosas de tráfico de influencias y de ser cómplices en la violación de la cuarentena de Karim Salum. Teresa Sosa también rompió el protocolo médico al rescatar al empresario.
La que pidió al Centro de Coordinación Interinstitucional que Salum no sea trasladado a un albergue del Gobierno fue la misma titular del Ministerio Público, según confirmó el ministro de Asuntos Internacionales, Federico González.
El empresario es el jefe de una amiga de la fiscala general del Estado y se sospecha que por eso Sandra Quiñónez intercedió a su favor.
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Karim también es hermano de uno de los cuatro gerentes del Grupo Cartes, Osvaldo Salum, ligado de esta forma al entorno del expresidente de la República Horacio Cartes.