“Pensamos que para el año 2020 habremos rescatado prácticamente a todos los osos y terminará su explotación en Vietnam”, declara a Efe el biólogo Tuan Bendixsen, director de la Fundación Animals Asia.
Según datos del Gobierno, a finales de 2014 quedaban 1.245 plantígrados en estas explotaciones, un 71 por ciento menos que en 2005, cuando eran más de 4.300.
Los dueños de las granjas drogan a los animales y todos los meses les clavan agujas de diez centímetros en el abdomen para extraer el preciado líquido biliar, vendido en boticas tradicionales de Hanoi y otras partes del país como remedio contra enfermedades hepáticas y el cáncer.
Aunque la ley prohíbe estas prácticas, sí permite la posesión de osos como mascotas siempre que hayan sido registrados antes de 2005, una ambigüedad jurídica que ha permitido que la actividad continúe de forma encubierta.
“A diferencia de en China, en Vietnam las granjas son familiares, muchas tienen solo uno o dos animales y resulta más difícil encontrarlas y actuar”, explica Bendixsen.
A lo largo de 2015 Animals Asia liberó 33 animales durante una campaña de varios meses en los alrededores de la Bahía de Halong, uno de los emblemas turísticos del país. “Había muchas granjas en la zona porque algunos tours para coreanos y taiwaneses incluyen la visita y la venta de la bilis. Lo conseguimos gracias al apoyo de las fuerzas de seguridad”, dice el director de Animals Asia.
Sin embargo, la mayor firmeza de las autoridades también ha tenido consecuencias negativas: más de un centenar de animales murieron por inanición en 2015, abandonados por sus dueños al no poder sacar provecho de ellos.
Bendixsen apunta que “algunos propietarios exigen que el Gobierno les dé algo a cambio de renunciar a la extracción de bilis porque es su medio de vida, pero no hay fondos para eso”.
Los plantígrados son llevados al refugio que la organización construyó en el parque natural de Tam Dao, a 70 kilómetros de Hanoi, donde se recuperan del maltrato recibido durante años.
“A la mitad tuvimos que quitarles la vesícula biliar porque estaban muy dañadas por las extracciones mensuales. Se van recuperando físicamente, pero no sabemos si alguna vez se repondrán por completo del trauma sufrido”, comenta el biólogo.
En el complejo de 12 hectáreas, los cuidadores tratan de resucitar los instintos atrofiados, pero Bendixsen ve difícil que algún día puedan retornar a la vida salvaje. “Es el objetivo final, pero ahora no estamos en condiciones de cumplirlo. Para ello necesitamos que el Gobierno nos ofrezca un espacio natural en que no estén amenazados por los furtivos”, dice.
Tras su éxito de 2015, Animals Asia quiere erradicar este año la extracción de bilis de oso en los alrededores de Hanoi, donde, según sus cálculos, operan unas 300 explotaciones. Además de la mayor firmeza gubernamental, las campañas de concienciación llevadas a cabo desde 2010 han ido modificando la percepción y el comportamiento de los vietnamitas.
Según una encuesta realizada en 2014 en las principales ciudades del país, el consumo de bilis de oso se redujo un 61 por ciento con respecto a 2009.
Aunque es optimista con que en 2020 el problema haya sido erradicado por completo, Bendixsen ignora qué pasará con los más de 1.200 osos que siguen cautivos. “No tenemos sitio para más de 200 en nuestro santuario. Necesitamos encontrar un lugar en el que estén seguros”, afirma.