Un pequeño zoo de Gaza devuelve la alegría a la castigada ciudad de Rafah

RAFAH. Cuando Fathi Gomaa, residente de Rafah (al sur de Gaza), tenía 15 años y comenzó a ganarse la vida con la crianza de pájaros y su venta a Cisjordania y Jordania, nunca imaginó que 30 años más tarde tendría su propio zoo en casa.

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Aunque el bloqueo israelí apoyado por Egipto y que asfixia la Franja desde hace ocho años ha conseguido que la desesperación, la pobreza y la frustración se filtren por los poros de la población, Gomaa lleva esperanza y alegría al corazón de mucha gente con su intento -en forma de zoo- de liberarles de su amarga realidad.

Su vivienda está en el barrio de Al Barazeel, cerca de la frontera que separa a Gaza de Egipto. El año pasado fue bombardeada y destruida por aviones y artillería israelí durante los 50 días de conflicto que enfrentaron a Israel y a las milicias armadas palestinas en el empobrecido enclave.

“Cuando tuve que renovar la casa, me vino una idea. En el patio trasero tengo una pequeña porción de tierra. Pensé en convertirla en un mini-zoo que sirviera para atraer a los niños y apoyarles en su recuperación del trauma tras la guerra. Y, además, que me ayudara a ganarme la vida”, cuenta Gomaa a Efe.

Este padre de cinco hijos y desempleado desde hace ya mucho tiempo se puso manos a la obra y empezó a recolectar los animales más peculiares que encuentra a su alcance. En su gran mayoría provienen de África y han sido criados en zoos de la Franja. En algún momento habían escapado o sido heridos durante alguno de los tres conflictos con Israel que en los últimos seis años han causado un gran deterioro en las infraestructuras de la Franja y ahogado sus posibilidades de desarrollo económico.

“Antes de que Egipto cerrara y destruyera los túneles excavados en la frontera, los contrabandistas trajeron a Gaza varios tipos de animales como monos, leones, hienas, serpientes, loros y avestruces”, recuerda Gomaa.

Ocho zoos aparecieron gradualmente a partir de 2007, cuando el movimiento islamista Hamás se hizo con el control de la Franja e Israel impuso un férreo bloqueo sobre el enclave. En ese momento los palestinos iniciaron la estrategia de los túneles para desafiar el cerco israelí y algunos hombres de negocios se lanzaron con iniciativas como ésta.

“Muchos animales han muerto en las guerras, otros quedaron heridos y los leones que teníamos se los llevaron a un zoo en Jordania”, resume Gomaa. “Soy un apasionado de los animales y me encanta la idea de coleccionarlos, pero muchos de los que han sobrevivido y otros que han sido heridos necesitan tratamiento médico”, lamenta.

Gomaa usó parte de sus ahorros y pidió algo de dinero prestado a familiares y amigos para hacerse con una amplia variedad de los especímenes que aún se encontraban en Gaza, y construyó jaulas para todos ellos. Y niños y adultos comenzaron a visitar su parque de animales. “Era increíble. Nunca hubiera imaginado docenas de familias con muchos niños visitando el zoo a diario. Ellos están felices”, y su entusiasmo trasluce que él también.

Amal Barhoum es una adolescente de 13 años que acude a menudo al zoo a pasar el rato con sus amigas de clase. “Me hace muy feliz que estos animales y pájaros estén vivos porque nunca había visto un zoo antes. Sólo había visto animales raros en la televisión”, confiesa a Efe. Ella, igual que el resto de sus convecinos, vivieron tiempos difíciles durante la operación del año pasado porque Rafah fue una de las zonas más afectadas por los bombardeos y disparos de los tanques israelíes.

“Creo que he matado dos pájaros de un tiro”, afirma Goma con orgullo. “Intento entretener a los niños y así ayudarles a superar sus traumas y además gano algún dinero con la entrada que pagan los visitantes”. Una de sus últimas “adquisiciones” se mantendrá fuera de los barrotes de las jaulas y le ayudará a mantener el bienestar de sus animales y de las instalaciones. Es su hijo Ahmad, de 22 años y recién licenciado en enfermería.

Dada la tasa de desempleo de la Franja -una de las más altas del mundo, según datos del Banco Mundial-, encontrar trabajo no fue tarea fácil para él, así que comenzó a trabajar codo con codo con su padre en este proyecto ahora familiar. “El zoo está en casa”, comenta Ahmad con calma mientras pasea una gran serpiente sobre su cuello. “Es una buena oportunidad de salir adelante en lugar de ser un recién licenciado sin trabajo”.

Junto a él su padre y otros visitantes, incluida la joven Barhoum, muestran entre los animales un deseo común, y es que no haya más guerras que creen destrucción y sufrimiento para todos y cada uno de los seres que viven en Gaza.

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