Así lo anunció hoy el responsable de la investigación, Silvano Vinceti, quien en una entrevista con Efe se mostró esperanzado de lograr el objetivo al que ha dedicado su carrera: encontrar a la enigmática Gioconda. Su búsqueda ha tenido lugar en el complejo conventual de Santa Úrsula, en Florencia, donde, según el libro de los muertos de la iglesia de San Lorenzo, fue enterrada Gherardini tras su muerte, el 15 de julio de 1542.
Durante las excavaciones arqueológicas fueron recuperados nueve restos mortales, si bien seis de ellos se creen que pertenecen a un siglo antes del deceso de la supuesta Monna Lisa. Sin embargo, tres de estos cadáveres están siendo sometidos en la actualidad a las pruebas del carbono 14 y si esta prueba corrobora que los restos son contemporáneos a Gherardini, podría anunciar “la altísima probabilidad” de que finalmente ha sido encontrada.
“Si el carbono 14 confirmara que se trata de tres restos del periodo del siglo XVI y uno de los tres entrara en un arco de tiempo que coincide con la muerte de la Monna Lisa, se podrá afirmar altísima probabilidad que se ha encontrado a la Gioconda”, explicó. En cualquier caso se trata, por el momento, de una probabilidad debido a que, en caso de que los cuerpos fueran contemporáneos a la modelo, aún faltaría concretar si alguno pertenece, en efecto, a la Monalisa.
Para ello se procedería, explicó Vinceti, a las pruebas del ADN pero, en este sentido, señaló una importante traba y es que los investigadores no cuentan con otros restos con los que confrontarlos. La familia de Gherardini -su marido y sus dos hijos, Piero y Francesco- fue sepultada en la Capilla de los Mártires de la Basílica de la Santísima Anunciación, en el corazón de la capital toscana, pero, a pesar de los intentos, por el momento ha sido imposible extraer pruebas genéticas de los huesos.
Sin embargo, Vinceti subrayó que, “gracias a la evolución de las nuevas tecnologías, con el ADN recuperado de los tres cuerpos en Santa Úrsula podremos reconstruir el color de sus ojos, del pelo y de la piel” y compararla, así, con el célebre retrato de Leonardo Da Vinci, expuesto en el Museo parisino del Louvre.