La maldición del Sathorn Unique, el rascacielos inacabado de Bangkok

BANGKOK. El techo abovedado del Sathorn Unique, un imponente rascacielos inacabado, muestra su esqueleto de ferralla oxidada y para algunos también embrujada después de que la obra fuera paralizada hace casi veinte años en Bangkok.

/pf/resources/images/abc-placeholder.png?d=2061

“El edificio está encantado. Hay fantasmas y espíritus en su interior” asevera Pattanarong Chaivilit, propietaria de un puesto de comida a escasos metros del rascacielos, en la ribera del Chaopraya, el río que atraviesa la capital tailandesa. “Es una obra maldita que nunca acabará de construirse”, añade.

A principios de los noventa, en plena vorágine especulativa que desembocó en la crisis económica asiática de 1997, el arquitecto tailandés Rangsar Torsuwan lanzó su proyecto más ambicioso: la torre Sathorn Unique.

El diseño, con una espectacular entrada repleta de enormes columnas corintias y arcos de diez metros de altura, era el de un lujoso edificio de viviendas de 47 pisos y 600 apartamentos a orillas del Chao Phraya.

Una acusación por intento de asesinato acarreó, en 1994, el primer parón de las obras cuando el arquitecto fue puesto bajo custodia policial. Rangsar logró salir bajo fianza unos meses más tarde y reanudar el plan, a la par que iniciaba un proceso judicial para limpiar su reputación, que a día de hoy no ha terminado.

En julio de 1997, cuando la construcción se encontraba al 90 % de su conclusión, la devaluación de la divisa tailandesa produjo un efecto dominó que desembocó en una profunda crisis económica en varios países de Asia. En Tailandia, la consecuencia fue en 1998 una contracción de la economía del 10 %.

“Para nuestra desgracia la compañía financiera que nos adelantó los fondos fue una de las afectadas y la absorbió el organismo gubernamental creado para reestructurar el sector”, recuerda Pansit Torsuwan, hijo del arquitecto promotor y actual dueño de la empresa.

El enmarañado entramado legal del ente y los pleitos surgidos en ambas direcciones entre proveedores y la empresa constructora han congelado la edificación hasta la fecha.

“Nos instan a usar trucos legales y acudir al 'plan de rehabilitación'. Esto dejaría a familias y acreedores casi con las manos vacías. Nadie nos podría culpar porque es un proceso legal, pero mi padre se niega. Es su legado y yo lo tengo que respetar”, apunta Pansit.

Los peritos del ayuntamiento de Bangkok garantizaron el pasado diciembre que la estructura del rascacielos continúa siendo estable y segura, a pesar del tiempo que la obra llega parada y concedió la extensión del permiso de construcción a los propietarios.

Pansit, no obstante, opina que “cuando heredé el trabajo, 4 o 5 años después de la crisis, pensé que sería fácil terminar el rascacielos en unos 6 meses (...) Ahora sé que nunca terminaré el edificio por mi mismo”.

A pesar de los numerosos intentos por revivir la obra y la búsqueda de nuevos socios que aporten el capital, con el paso de tiempo el aumento de los costes de reparación y construcción han disparado el presupuesto estimado más allá de los 1.000 millones de baht (28 millones de dólares).

El Sathorn Unique, del que pende estos días un enorme cartel publicitario de una afamada marca del móvil, se ha convertido en una popular atracción para turistas y exploradores urbanos que se adentran de manera ilegal en las entrañas de esta mole de hormigón ignorando las advertencias de seguridad.

El techo de varios habitáculos se ha desplomado ante la falta de mantenimiento, mientras la maleza ha brotado entre las grietas. Algunas puertas han sido arrancadas y despedazadas a lo largo de los profusos pasillos tibiamente iluminados por el sol, donde abundan las obras de arte urbano y los escombros amontonados.

Un aficionado a la fotografía encontró el pasado diciembre el cadáver de un varón que, según la posterior investigación policial, resultó ser un turista sueco que se suicidó en el edificio. En declaraciones al canal Thai PBS, el aficionado dijo que sobornó con 100 baht (2,5 euros o 3 dólares) a un miembro de la seguridad de esta “torre fantasma” donde iba a captar unas instantáneas del amanecer de la capital tailandesa.

El Sathorn Unique, que sigue siendo uno de los 40 edificios más altos de Bangkok con casi 185 metros de altura, ha contemplado impávido como en las últimas dos décadas la mayoría de las 300 obras paralizadas por la crisis fueron completadas en una megaurbe que cuenta con 750 rascacielos de más de 30 plantas.

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...