El sillón, expuesto en la feria de alta tecnología CeBIT, en Hanover (norte de Alemania), posee unos sensores que registran el peso, la presión sanguínea y el pulso del usuario. A partir de ahí, y a lo largo de un período, construye una base de datos biométrica.
Si el sillón registra de pronto un aumento de peso, adopta el modo “fitness” y propone una serie de ejercicios. Así, el sillón se comporta como una barca y permite al usuario “remar” por una corriente que aparece en una gran pantalla.
“Incluso en este modo, los sensores registran todos los signos vitales, y el monitor de salud observa si la persona no está haciendo adecuadamente los ejercicios”, explica Sven Feilner, del Instituto Fraunhofer.
Los usuarios pueden establecer conexiones con otros y organizar una “carrera”, o simplemente seguir un programa establecido de “fitness”, vigilado de cerca por el sillón. El sillón también ejercita la mente, con un juego de memoria al que el usuario responde modificando su postura.
“Intentamos que la gente sea más activa, sobre todo nuestra población, que cada vez es más mayor”, explicó el jefe del proyecto, Matthias Struck.
El equipo de Struck está trabajando para comercializar el modelo de sillón dentro de “un año, o tal vez dos”, según dijo. En cuanto al valor, Struck adelantó que los sillones serían caros, y estima su precio entre 4.000 y 6.000 euros, por lo menos.
El salón de alta tecnología CeBIT estará abierto en Hanover hasta el 9 de marzo y ha atraído a unos 4.100 expositores de 70 países.