La respuesta llegó este fin de semana, cuando el aparato apareció desmembrado por vándalos.
El humanoide parlante fue creado en Canadá como un experimento social para investigar si su raza puede confiar en los humanos. Después de muchos aventones exitosos, tristemente fue desmantelado y abandonado al borde de una ruta en Filadelfia (este de EE.UU.).
“Oh, no. Mi cuerpo se ha dañado”, escribió el robot en su página de internet durante el fin de semana. “Me parece que a veces a los buenos robots nos pasan cosas malas. Mi viaje debe terminar por ahora, pero mi amor por los humanos no morirá nunca. Gracias a todos mis amigos”, señaló.
El pequeño robot había hecho autoestop sin ningún inconveniente durante el verano boreal pasado, cuando recorrió miles de kilómetros en Canadá y luego atravesó exitosamente algunas regiones de Europa sin sufrir un rasguño. Pero apenas había viajado desde el norte de Boston a Filadelfia —una distancia de poco menos de 500 kilómetros que cubrió en dos semanas— cuando fue desmembrado por desconocidos.
Las fotos publicadas en Instagram mostraron varios componentes del robot tirados en el suelo, destruidos. Los investigadores de la Universidad Ryerson de Toronto que idearon el experimento “hitchBOT” vieron la muerte de su criatura desde un punto de vista positivo.
“Sabemos que muchos fans de hitchBOT se van a sentir decepcionados, pero queremos garantizarles que este gran experimento no ha terminado. Por ahora nos dedicaremos a responder qué hemos aprendido de la experiencia y explorar futuras aventuras para robots y humanos”, escribieron en la página www.hitchBot.me. Y añadieron: “No nos interesa denunciar o hallar a las personas que vandalizaron a hitchBOT”.
El robot estaba equipado con botas de goma amarillas y flotadores de piscina como brazos y piernas. Fue armado con sólo 1.000 dólares a partir de componentes que se pueden encontrar en cualquier casa o tienda de materiales. Era capaz de decirle al conductor que le había levantado en la ruta si estaba cansado y necesitaba recargar su batería enchufándose en el encendedor del automóvil.
Tenía cierto encanto gracias a la sonrisa de luces LED en su cabeza, cubierta con un protector de pasteles de plástico transparente a modo de casco.