Se trata de un fascinante y único fenómeno natural que se reproduce cada 17 años en esta región, cuando las ninfas -nombre que reciben los insectos en su estado juvenil-, que han permanecido bajo tierra durante casi dos décadas, salen a la superficie para aparearse, ovar y morir.
“No podemos encontrar en el reino animal ningún otro ejemplo de insecto con hábitos similares a estas cigarras”, explicó el investigador del departamento de entomología de la Institución Smithsonian Gary Hevel.
“Este año se están retrasando un poco porque el tiempo está siendo más frío y no emergen hasta que las temperaturas bajo tierra alcanzan los 18 grados. En una o dos semanas podrían empezar a salir”, pronosticó el científico, quien aseguró que se trata de un fenómeno “único” y muy interesante de observar. “Es una maravilla de la naturaleza”, remachó.
Las cigarras que saldrán este año llevan vivas y bajo tierra desde 1996, es decir, nacieron en EE.UU. hace 17 años, cuando por aquel entonces Bill Clinton lograba su reelección a la presidencia y los Chicago Bulls de Michael Jordan se alzaban, por cuarta vez en la década, con el título de la NBA.
“Hay varios tipos de cigarras alrededor del mundo, pero éstas, con un proceso de desarrollo ninfal de 17 años, son únicas y endémicas de la costa este de EE.UU.”, indicó Hevel, quien explicó que miles de millones de cigarras cubrirán el espacio comprendido entre el norte de Georgia y los estados de Nueva York y Connecticut, es decir, unos 1.200 kilómetros.
Una semana antes de salir a la superficie, cada ninfa cavará un túnel por los que emergerán todas al unísono y se desplazarán hasta alcanzar el árbol más cercano, donde mudarán de piel dejando tras de sí millones y millones de corazas.
“Mientras están bajo tierra, se alimentan de los jugos que extraen de las raíces de los árboles y, durante las cuatro o seis semanas que viven como adultos, prácticamente no se alimentan”, indicó el investigador, quien recordó que, pese a poder resultar molestas, estas cigarras “no son peligrosas en absoluto”.
“No muerden ni pican, así que no suponen un peligro para los humanos y apenas dañan las cosechas. Además, son muy buenas para varios tipos de animales como pájaros, pequeños mamíferos y reptiles, que se las comen”, dijo Hevel, aunque alertó a los dueños de perros para que “vigilen” a sus animales mientras dure la plaga.
“Los perros se las comen en tanta abundancia que su vientre se hincha demasiado y, en ocasiones, hay que llevarlos al veterinario para que se les practique un lavado gástrico”, indicó.
Reposadas en grandes árboles de bosques, campos y ciudades, las cigarras macho emitirán durante varios días sus característicos sonidos mediante la vibración de un órgano especial en la base del abdomen para atraer a las hembras, con quienes se aparearán y, después, unos y otros morirán.
A lo sumo, las cigarras vivirán durante unas cuatro o seis semanas después de salir a la superficie, por lo que ese es todo el tiempo que pasarán como adultos tras una larga juventud de 17 años.
Antes de morir, las hembras pondrán entre 400 y 600 huevos, de los que nacerán nuevas ninfas que cavarán túneles en el suelo de hasta medio metro y permanecerán, como hicieran sus padres, 17 años más bajo tierra, es decir, hasta 2030.
Por todo el tiempo que pasan enterradas, las cigarras son “pésimos voladores” y acostumbran a chocar contra cualquier cuerpo que se les ponga por delante, ya sean humanos o edificios, por lo que es recomendable cerrar las ventanas si se quiere evitar su presencia en los hogares.
Molesto para unos y fascinante para otros, el fenómeno es ya esperado por los cientos de pueblos y ciudades que se encuentran en el área y, por ejemplo, el lujoso hotel Ritz-Carlton de Washington, la capital, ya ha anunciado un cóctel especial y un bombón con forma de cigarra para dar la bienvenida a estos insectos.