Jennifer Connell, de 54 años, reclamaba 127.000 dólares por daños y perjuicios, según la prensa local. Connell estimaba que sus heridas “fueron provocadas por la negligencia y despreocupación” de su sobrino, que corrió hacia ella para recibirla en su fiesta de cumpleaños.
“Un niño de 8 años razonable habría sabido, o debido saber, que un saludo enérgico de este tipo podía provocar los perjuicios y pérdidas sufridas por la querellante”, declaró la mujer según una copia de la demanda obtenida por la AFP. Los hechos tuvieron lugar el 18 de marzo de 2011, cuando la mujer visitó la casa del niño, Sean Tarala, que festejaba su cumpleaños en Westport, Connecticut. La tía presentó la denuncia el febrero de 2013 ante un tribunal de Bridgeport, en el mismo estado.
El niño tiene actualmente 12 años. Tras menos de dos días de proceso, los seis jurados rechazaron la demanda luego de menos de una hora de deliberaciones, según una fuente judicial. Jennifer Connell había asegurado en su denuncia que seguía sufriendo por la caída, que tenía una cicatriz en el brazo y que su “capacidad de apreciar las actividades de la vida se habían reducido”.