Fidencio Sánchez, que desde hace 23 años empuja su carrito con helados de agua en palito por el barrio mexicano La Villita de Chicago, no gana en sus mejores días más de 60 dólares, que son su único sustento.
El anciano trabajó durante todos los veranos desde 1993, pero a los dos meses de haberse retirado, debido a la muerte de su única hija en julio pasado, tuvo que volver a vender helados para subsistir. “Mi hija era todo para mí y mi esposa Eladia. Trabajaba todo el día y de noche cocinaba para nosotros. Todavía no sabemos qué hacer sin ella”, declaró a Efe. “Dios nos bendice y regresamos contentos”, pero el trabajo callejero es muy inestable y en algunos días apenas se venden “unos pocos dólares”, manifestó el anciano.
Un día de la semana pasada, sin posibilidades de dejar de trabajar, y arrastrando el carrito con dificultad como todos los días, el anciano fue visto por un buen samaritano, Joel Cervantes Macías, quien le compró 20 paletas por 50 dólares y se dispuso a hacer algo más al enterarse de su historia. El hombre publicó una fotografía del vendedor en las redes sociales y la respuesta fue inmediata, con ofertas de personas que querían ayudar.
Con la idea de recaudar dinero para el retiro de Sánchez, Cervantes abrió una cuenta en GoFundMe con la meta de lograr 3.000 dólares, pero en poco más de dos días hubo 7.000 donaciones por un total de 166.137 dólares, y la suma seguía creciendo. Sánchez se sorprendió por la solidaridad recibida y manifestó estar “feliz y muy agradecido”, aunque todavía no le puso fecha definitiva al retiro, y tampoco decidió si regresará a su pueblo natal de Morelos, en México. “No puedo calcular cuánto tiempo más voy a trabajar, pero siento que todavía tengo fuerzas”, señaló.
Gustavo Gutiérrez, propietario de Paletas Poncho, informó que Sánchez se presentó a trabajar hoy, como todos los días, aunque esta vez la recorrida la hizo acompañado de muchos curiosos y periodistas que querían registrarlo en acción. Se protegió del sol del mediodía con la gorra color verde-lima que es el distintivo de la fábrica y cargó su carro con 300 paletas congeladas que esperaba vender como siempre. Cervantes Macías destacó el poder de las redes sociales, donde “una persona puede ser la diferencia en la vida de otra que necesita ayuda”.
Aclaró que el dinero recaudado será depositado en una cuenta a nombre de Sánchez y su esposa, al que tendrán acceso desde el lugar donde decidan vivir.