Tras maltratos, sólo paciencia y terapia

Miedo, comportamiento agresivo, ira: reacciones de este tipo son las que se ven en perros que han sido maltratados. Quien vaya a acoger en casa a un animal que sufrió maltrato debe tener mucha paciencia y buscar ayuda de profesionales.

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Los perros son seres sensibles y si no son tratados bien y si son víctimas del descuido o incluso son maltratados, pueden presentar huellas de ello durante mucho tiempo. "Lo mismo que en el caso de las personas, los hechos negativos que los animales sufren a lo largo de su vida pueden desencadenar daños psicológicas y traumas", explica Barbara Schöning, veterinaria especializada en comportamiento y protección animal.

Entre los abusos más comunes que sufren está la falta de atención y cuidados, el aislamiento y la violencia. "Los daños psicológicos que provocan tienen distintos grados", dice Schöning. Esto depende del carácter del animal. Los síntomas más comunes son un miedo y una desconfianza que acompaña al animal continuamente o que se desencadenan mediante determinados estímulos, como un lenguaje corporal amenazante o determinados sonidos.

Los miedos se muestran mediante determinados síntomas corporales de estrés como temblor o salivación, fuertes gestos de sometimiento o retraimiento social. Algunos animales reaccionan también de manera agresiva, hacen gestos de amenza o muerden. A ello se unen formas de comportamiento llamativas como falta de limpieza, autoagresión o estereotipos de movimiento como la caza continua de la propia cola.

"Por sus singularidades, tratar con perros que han tenido malas experiencias no resulta fácil en muchas ocasiones", dice la psicóloga de animales Carmen Schmohl. Muchos pasan por ello una gran parte de sus vidas en protectoras de animales.

Es un hecho que existen casos en los que el animal nunca podrá superar las huellas que ha dejado en él el maltrato. Pero una gran parte de los animales con daños psicológicos supera sus problemas. La condición para ello es que vaya a parar a las manos adecuadas.

"Es importante, entre otras cosas, que la química entre la persona y el animal funcione y que el perro vaya a un entorno donde sus miedos y sus problemas no se prolonguen", explica Karsten Plücker, presidente de la Liga Contra el Maltrato de los Animales de Alemania.

Si un perro está traumatizado por el aislamiento, no debería vivir con alguien que por su trabajo pase mucho tiempo fuera de casa. Los dueños necesitan tener además mucha paciencia y sensibilidad.

"Hay que averiguar lo antes posible qué experiencias negativas ha tenido el perro", aconseja Katja Klimek, terapeuta de animales. Además es aconsejable aprender sobre el lenguaje corporal de los perros. Así se puede identificar mejor en qué punto se encuentra el animal y reconocer cuando tiene miedo.

Para quitar el miedo a un animal traumatizado, primero hay que ganarse su confianza. "Y para que eso ocurra hay que darle tiempo para que se acostumbre a su nuevo entorno y a uno mismo", dice Plücker. En cuanto uno vea que el perro se está abriendo y está confiando en nosotros, se puede comenzar ya a ir cambiando su comportamiento.

Las estrategias que hay para ello tienen como objetivo acostumbrar a los animales a los estímulos que les provocan miedo y condicionarlos al contrario. "Un ejemplo para la desensibilización sería cuando a un perro que tiene miedo de sonidos fuertes o personas extrañas se lo va exponiendo paso a paso a estos", explica Schmohl. Poco a poco, el animal va aprendiendo que no debe tener miedo por ello.

En el contracondicionamiento no solo se debilita el estímulo que provoca miedo, sino que este es ligado adicionalmente a una experiencia positiva, como por ejemplo una golosina. Así se rompe el círculo vicioso negativo entre el estímulo y la reacción al miedo.

Quien tenga poca experiencia con los perros debería mejor buscar ayuda profesional para que no se desarrolle un trastorno de miedo generalizado. "Un psicólogo de animales bien formado tiene el conocimiento específico necesario para reconocer los desencadenantes del miedo y afrontar problemas profundos", dice Klimek.

De manera complementaria a una terapia de comportamiento pueden ayudar también determinados medicamentos con efecto tranquilizante o ansiolítico según el problema del que se trate. Esto, sin embargo, debe llevarse a cabo en coordinación con un veterinario que tenga formación adicional en terapia del comportamiento. En estos tratamientos se emplean por ejemplo feromonas con efecto tranquilizante, así como homeopatía.

"Además siempre está la posibilidad de utilizar psicofármacos para reducir el miedo del animal", dice Schöning. Esto, sin embargo, no son un remedio milagroso y deben ser empleados solo temporalmente por los efectos secundarios

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