Plantas y otros peligros para los gatos en casa

La palmera que adorna el cuarto de estar o las bolitas pesticidas contra caracoles y babosas del jardín: en casa hay muchas cosas que son veneno para los gatos.

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Al primer signo de envenenamiento, hay que llevar al animal con urgencia al veterinario. Y nunca jamás darle medicinas de las que tenemos en nuestro botiquín.

Si vemos que el gato vomita, que tiembla descontroladamente o que da tumbos, es que el gato se ha envenenado. Es algo que ocurre en pocas ocasiones, pero no debemos subestimar el riesgo.

En casa hay muchas fuentes de peligro. Entre ellas están los productos de limpieza, los de cosmética, los medicamentos, los insecticidas, algunas plantas o los alimentos en mal estado.

Algunos son problemas habituales, otros no lo son nunca. Las intoxicaciones por comer alimentos en mal estado, por ejemplo, ocurren en muy pocas ocasiones porque los gatos siempre inspeccionan los alimentos antes de comérselos y, en el caso de olores o sabores sospechosos, los dejan.

"Lo mismo ocurre con los cebos envenenados", dice Jörg Bischof, veterinario de urgencias en Berlín. La excepción son los productos anticongelantes y las bolitas pesticidas contra caracoles y babosas. Se las comen porque les gusta el sabor dulce que tienen.

Sin embargo, es más habitual que se envenenen durante el juego. "Muchas veces se ponen a jugar con colillas o con medicamentos que encuentran por casa, los mordisquean y se los acaban tragando, lo que puede tener malas consecuencias", explica Reinhard Mischke, catedrático de la facultad de veterinaria de Hannover.

O se rozan con una planta o un mueble que ha sido tratado con un producto de limpieza o un spray. De esta forma inhalan las sustancias tóxicas o se les quedan en el pelaje y cuando se limpian, lamiéndose, las sustancias entran en el organismo.

Los gatos a los que les gusta mordisquear o chupar son los más propensos a tener problemas porque no todo lo que está a su alcance es inocuo.

"Hay, por ejemplo, muchas plantas de interior venenosas, así como flores de las que se compran en la floristeria. Entre ellas están los crisantemos, el helecho o los amaryllis", enumera Christine Fumi, directora médica del centro Lesia para Medicina Veterinaria de Düsseldorf.

A veces son los propios dueños los que dañan a su animal sin quererlo. "Hay muchos casos de dueños que dan analgésicos a sus gatos. Y esto no se puede hacer jamás porque, incluso en dosis muy baja, son extramente tóxicos para ellos", dice Mischke. Lo mismo ocurre con remedios contra las pulgas y las garrapatas.

"Hay productos antiparasitarios que solo valen para perros. Quien se los da a su gato, se arriesga a que el animal se envenene", indica. La razón es que contienen unos principios activos que los gatos no toleran y que actúan como veneno para sus nervios.

El momento en el que se vean los síntomas de un envenenamiento y qué lo provoca depende de cada sustancia. Además, dependerá también de la cantidad que haya tomado el gato y de lo robusto que sea el animal. "Un gato joven y en forma que toma una sustancia tóxica resistirá mejor que un animal enfermo o mayor", señala Fumi.

Entre los síntomas más frecuentes del envenenamiento se encuentran los vómitos, la diarrea, así como síntomas del sistema nervioso como temblores, calambres o pérdidas de equilibrio.

Más allá de eso, un gato que se ha envenenado muestra cambios de comportamiento llamativos: puede estar muy nervioso o apático. Además, tiene las pupilas dilatadas o contraídas y babea.

"No obstante, todo esto puede ser síntoma de otras enfermedades", indica Bischof. En ese caso es difícil reconocer claramente el envenamiento y, más aún, identificar el veneno.

"Cuando se sabe de qué se trata es puede actuar contra ello con más seguridad", dice la veterinaria Fumi.

Los dueños que sospechen que su gato se ha envenenado deberían siempre buscar cuál es el origen. ¿Hay plantas mordisqueadas o un cenicero volcado? ¿Ha entrado el gato en contacto con nuevas sustancias recientemente, por ejemplo, con un ambientador?

Independientemente de cuál sea el desencadenante del envenenamiento hay que llevar al gato inmediatamente al veterinario. Será él quien pueda tratar los síntomas.

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