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Una situación así puede provocar estrés o ennervar incluso al can más cariñoso, como advierte la asociación industrial alemana de artículos para mascotas (IVH). Por eso es importante que los pequeños aprendan desde temprano a percibir y respetar las señales que transmite el perro.
Una de las primeras normas que deben aprender los niños es que no hay que molestar a los perros mientras se alimentan. Otra regla indica que los pequeños no deben hacer nada que cause dolor a la mascota.
Los dueños de un perro tampoco deben prohibirle el gruñido, porque éste es una manifestación verbal de sus límites. En cambio, es importante ofrecerle a la mascota un lugar al que pueda retirarse, como por ejemplo una caja transportadora para animales.
Y hay que poner reglas claras al pequeño: si el perro está en esa caja, ya sea que esté cerrada o abierta, hay que dejarlo tranquilo.
También puede ser una buena alternativa una separación con una reja de seguridad para niños alrededor del lugar de la caja. De esta manera el pequeño y el can se encuentran físicamente separados, sin que el animal se sienta excluido.
En caso que el perro se encuentre en su lugar seguro de repliegue entonces el niño no debe perturbarlo.
Pero los animales también deben aprender cuándo dejar a los niños en paz. Lo mejor es que los propietarios del perro entrenen con ellos continuamente una orden por la que se pueda enviar a la mascota a su lugar.