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“Envejecer es un proceso individual en los gatos. Unos animales comienzan a estar seniles antes que otros, sobre todo cuando tienen enfermedades como tumores o artrosis”, dice Ursula Bauer, bióloga de la organización protectora de los animales Aktion Tier.
“Pero yo diría que los gatos caseros con entre diez y doce años pueden considerarse ya ancianos”, añade.
El tiempo que vive un gato depende de si sale al exterior, explica Bauer. “Los gatos callejeros no viven generalmente tanto y están expuestos a los accidentes”, señala.
Klaus Kutschmann, veterinario en la ciudad alemana de Magdeburgo, coincide con ella. “Cuanto más salgan los gatos, más posibilidades tienen de contagiarse de algo”, apunta.
Los gatos que viven con personas alcanzan una media de edad de entre 13 y 15 años. “Pero muchos viven considerablemente más. Yo he llegado a conocer a un gato que vivió 24 años”, cuenta Kutschmann.
Junto a la complexión, los gatos sufren con la edad cambios en su comportamiento, explica la veterinaria Catharina Stopik en Berlín.
“Cuando sufren artrosis, por ejemplo, se mueven menos y no saltan a los muebles con tanta frecuencia como antes”, dice.
Bauer lo confirma. “La musculatura se reduce y toda la elasticidad del cuerpo disminuye. Los gatos se vuelven más tranquilos y más lentos”, explica.
Además, los dueños seguramente observarán que se retiran con más frecuencia y que se vuelven más mimosos. “Al disminuirles la visión y el oído, se comportan con más cuidado y se vuelven más miedosos”, señala Bauer.
Kutschman apunta que, en comparación con los perros, los gatos son activos durante más tiempo. “Es a partir de los 15 o 16 años cuando tienen una mayor necesidad de descanso”, dice.
En muchos casos, los dueños tienen difícil reconocer si sufren de otra enfermedad además de la artrosis. Y muchos no saben que los gatos también pueden sufrir demencia.
“Hay que tomar siempre en serio un comportamiento llamativo e investigar por qué ocurre”, aconseja Stopik.
Además, muchos gatos ganan peso con la edad, lo que está relacionado con la menor actividad y un metabolismo más lento.
“Las enfermedades de los riñones, el corazón o los tumores son difíciles de reconocer”, señala Bauer. Por eso aconseja visitar al veterinario regularmente como precaución.
“Dos veces por año hay que hacerles un chequeo rutinario, es lo mínimo”, dice Bauer. Y cuando haya signos de enfermedad o dolor, hay que ir siempre inmediatamente a la consulta.
Stopik aconseja darles comida especial para ancianos a partir del octavo año de edad.
“Debe ser comida protectora de los riñones y fácilmente digerible. Es importante, por ejemplo, reducir el contenido en fósforo para evitar una sobrecarga de los riñones”, dice. Además, necesitan nutrientes adicionales para las articulaciones.
También puede ocurrir que el comedero se quede sin tocar. “Los gatos ancianos pierden gusto y olfato”, explica Bauer. Esto puede reducir su apetito y conducir a una pérdida de peso.
“Además, muchas veces no pueden masticar ya como antes y la digestión tampoco funciona como en el pasado”, añade. Por eso la comida debe ser fácilmente masticable y digerible.
“En caso de que el gato no se adapte al cambio de comida, los dueños pueden intentar mezclar el alimento nuevo con el antiguo”, señala Kutschmann. Además es importante que tomen mucho líquido, a lo que ayuda la comida húmeda.
Y porque precisen de más descanso, los dueños no deben dejar de prestarles atención. “Hay que darles mucho más cariño, por ejemplo abrazándolos en el sofá”, aconseja Bauer. Además deben controlar que el gato se mueva para que mantenga masa muscular.