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Con el cepillado se eliminan muchos pelos, pero aún así siguen entrando en el sistema digestivo del animal.
Ahí es donde ayuda la malta con las bolas de pelo, que pueden suponer un serio trastorno para el felino. Además de malestar y vómitos, pueden provocar obstrucciones intestinales.
Hecha generalmente de cereales hidratados, grasas y aceites vegetales y presentada en forma de pasta pegajosa de color oscuro, la malta se adhiere a los pelos en el estómago haciendo más fácil su tránsito para su expulsión. Se recomienda evitar las que contienen azúcar.
En gatos de pelo corto, la administración de malta aconsejada es de dos o tres veces por semana. La cantidad a darles es de unos dos centímetros cada vez. A los gatos de pelo largo es aconsejable dársela con más asiduidad.
Hay gatos a los que les gusta mucho y se la toman encantados. Pero a los que no les gusta, suelen negarse a tomársela cuando se les acerca al hocico. En esos casos, lo mejor es administrársela en una de las patas delanteras y el gato la lamerá entonces para limpiarse.