Buenos lazos entre los niños y las mascotas

Los niños y las mascotas tienen cosas en común: son más pequeños que los adultos, su apariencia por lo general es tierna y es por ello difícil negarse a cumplir sus deseos. Niños y mascotas pueden relacionerse de forma a que toda la familia se beneficie.

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La condición previa, no obstante, es que los niños y sus amigos animales aprendan desde el principio a relacionarse correctamente.

"Los niños en edad escolar que crecen con un animal el casa suelen tener personalidades más afables que los niños que no han convivido con mascotas", dice el catedrático alemán Reinhold Bergler, presidente del Círculo de Investigación de Mascotas en la Sociedad de su país.

"Los niños que tienen mascotas son menos agresivos y tiene un comportamiento social más desarrollado, además de tener más sentido de la responsabilidad", añade.

No obstante, hay padres que llegan a pensar que deben separarse de las mascotas de cara a proteger al niño de posibles enfermedades. "Esto no tiene ninguna justificación científica", asegura Astrid Behr, de la Asociación Alemana de Veterinarios en Ejercicio.

Hay estudios incluso que han demostrado que los niños que conviven con mascotas desarrollan menos alergias de adultos que lo que no lo hacen.

"Un embarazo no es por ello razón alguna para poner al animal en la calle, aunque sí que hay que respetar las normas de higiene", añade.

Entre ellas está la desparasitación regular del perro y el gato. Hay que hacer cuatro al año, aunque será el veterinario el que tenga la última palabra.

Las embarazadas y los animales que viven en casa no deben tomar carne cruda en ningún momento, ya que esta puede ser origen de la toxoplasmosis.

La futura madre tampoco debe tener contacto con los excrementos de los animales, ya que estos pueden comerse por ejemplo un ratón infectado.

Para los trabajos de jardinería y para retirar los excrementos del arenero del gato deben usarse por eso siempre guantes. Lavar las manos regularmente y un lavado semanal del arenero con agua caliente deben tomarse como norma.

En los primeros meses de vida y cuando los niños son aún pequeños, la interactuación con las mascotas no se producirá.

Los animales no soportan los llantos y gritos de los bebés por la sensibilidad de sus oídos. Tampoco les gustan los movimientos rápidos y descontrolados de los niños pequeños.

La relación se hace realmente interesante para ambos cuanto mayor se va haciendo el niño y más entendimiento tiene.

"Pero tiene sentido propiciar el contacto antes", dice Marion Steinbach, de la Asociación de Protección Animal de Alemania. "Aunque siempre debe hacerse bajo la vigilancia de un adulto tanto por el niño como por el animal", añade.

Niños y animales no deben quedar nunca solos, sobre todo en habitaciones cerradas.

"El animal debe poder tener siempre la posibilidad de retirarse", aconseja Marion Steinbach. "A los animales les encanta la atención, pero no les gusta jugar sin parar ni que los estén agarrando continuamente", añade.

Un niño, sin embargo, no sabe aún interpretar el lenguaje corporal del animal. Y si perros y gatos se ven acorralados, su reflejo automático es rebelarse.

Por eso los padres deben enseñar cuanto antes a los niños que todos los animales necesitan sus tiempos de descanso y que en ellos no hay que molestarlos.

Animales dormidos, dormitando o comiendo deben ser siempre tabú para los niños.

A través del cuidado de los animales, los niños aprenden también cómo relacionarse con ellos.

Quien peina al perro, da de comer al gato o limpia la jaula de pájaro vivirá a diario el agradecimiento de su amigo.

Los padres deben tener también algo claro: "Tanto los niños como los animales necesitan su dosis diaria de caricias".

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