¡Alerta gatuna! Lo que necesitás saber sobre la lipidosis hepática

Gato.
Gato.Shutterstock

La salud de tu gato es crucial: la lipidosis hepática, una peligrosa enfermedad desencadenada por la falta de apetito, afecta a miles de felinos cada año. Con signos sutiles y una intervención rápida, la recuperación es posible y vital.

Cuando un gato deja de comer por más de 24 a 48 horas, el problema puede pasar de una “maña” a una emergencia. La lipidosis hepática felina, también llamada “enfermedad del hígado graso”, es una de las patologías hepáticas más frecuentes en gatos y suele desencadenarse tras un periodo de inapetencia.

El desenlace puede ser grave, pero el pronóstico mejora de forma significativa con intervención temprana y soporte nutricional adecuado.

Un trastorno ligado al ayuno y al estrés

A diferencia de otras especies, los gatos tienen una fisiología especialmente vulnerable al ayuno. Cuando dejan de comer, el organismo moviliza grasa desde el tejido adiposo hacia el hígado para convertirla en energía. Si ese flujo supera la capacidad del hígado para procesarla, los lípidos se acumulan en los hepatocitos, interrumpen funciones vitales y se establece la lipidosis.

Gato.
Gato.

El cuadro es más común en gatos con sobrepeso o con una pérdida de peso reciente y rápida. También puede aparecer tras situaciones de estrés o cambios en el entorno: mudanzas, incorporación de una nueva mascota, hospitalizaciones, dolor, enfermedades como pancreatitis, diabetes o enfermedades del tracto biliar.

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En muchos casos hay un detonante visible; en otros, la lipidosis es la primera señal de un problema subyacente.

Señales de alerta que no deben ignorarse

Los signos suelen progresar en pocos días:

  • Disminución o cese del apetito
  • Letargo y debilidad
  • Pérdida de peso
  • Vómitos o náuseas (salivación, lamido de labios)
  • Ictericia (coloración amarillenta en encías, ojos o piel)
  • Deshidratación y estreñimiento o diarrea
  • Cambios de comportamiento, aislamiento

Cualquier gato que no coma nada durante 24-48 horas, o que presente ictericia, requiere evaluación veterinaria inmediata. En gatos con sobrepeso, la ventana para actuar es aún más breve.

Diagnóstico: confirmar y buscar la causa

En clínica, el diagnóstico se basa en la historia de anorexia, el examen físico y análisis de laboratorio (enzimas hepáticas elevadas, alteraciones en bilirrubina, proteínas y electrolitos).

La ecografía abdominal puede mostrar un hígado agrandado y brillante. En algunos casos se realiza aspiración con aguja fina o biopsia para confirmar la acumulación de grasa y descartar otras hepatopatías.

Es clave investigar y tratar causas subyacentes (dolor dental, enfermedad intestinal, pancreatitis, infecciones, problemas biliares, estrés marcado), ya que omitirlas favorece recaídas o prolonga la recuperación.

Tratamiento: alimentar para salvar el hígado

El pilar del tratamiento es restaurar la ingesta calórica de forma segura y sostenida.

Gato.
Gato.

Muchos gatos con lipidosis no comerán voluntariamente debido a náuseas y aversión alimentaria; por ello, los veterinarios suelen recurrir a sondas de alimentación temporales, como nasoesofágicas o esofagostomías, que permiten nutrir sin lucha y reducir el estrés. La hospitalización inicial es frecuente para estabilizar:

  • Fluidoterapia y corrección de electrolitos
  • Antieméticos, analgésicos y protectores gástricos
  • Suplementos como cobalamina (B12), potasio y hepatoprotectores
  • Alimentación enteral gradual con dietas completas, calculada según requerimientos y con seguimiento de peso y bioquímica

La recuperación no es instantánea: el soporte nutricional suele mantenerse varias semanas hasta que el gato retoma la ingesta voluntaria y el hígado se normaliza. Con atención temprana y un plan estructurado, las tasas de recuperación son altas.

Prevención: cambios graduales y seguimiento del apetito

  • Evitar ayunos: no permitir que un gato pase más de 24 horas sin comer. Si rechaza el alimento nuevo, volver temporalmente al anterior y consultar.
  • Transiciones dietarias lentas: cambiar de comida en 7-10 días, mezclando progresivamente.
  • Control del peso: planes de adelgazamiento supervisados por veterinario, con metas semanales modestas para prevenir ayunos.
  • Minimizar el estrés: introducir cambios ambientales de forma paulatina; enriquecimiento (escondites, rascadores, feromonas) y rutinas predecibles.
  • Revisiones periódicas: chequeos dentales y pruebas en gatos mayores o con enfermedades crónicas.

La línea de tiempo importa

En lipidosis hepática, la rapidez de la intervención suele marcar la diferencia entre una recuperación completa y complicaciones potencialmente fatales.

Ante la menor sospecha —especialmente si hay ictericia o el gato no come en 24-48 horas— la recomendación es clara: consultar de inmediato. Un diagnóstico oportuno y el restablecimiento adecuado de la nutrición son, literalmente, la terapia que salva el hígado.