En caniches, bichones frisé y otros perros de manto ensortijado, el rizo no es una mera cuestión estética: es el resultado de una combinación de genética, historia de cría selectiva y función.
Detrás de esos bucles cerrados, que exigen un cuidado constante y han dado lugar a estilos icónicos de peluquería canina, hay un puñado de variantes genéticas bien estudiadas y siglos de selección humana.
Una firma genética: los genes que moldean el manto

La ciencia ha identificado tres genes clave que, en distintas combinaciones, explican la mayoría de los tipos de pelaje en perros de raza:
- KRT71: asociado a la curvatura del pelo. Una variante en este gen altera la forma del folículo y produce el rizo característico.
- FGF5: vinculado al largo del pelo. La variante “de pelo largo” permite que el tallo piloso crezca durante más tiempo antes de caer.
- RSPO2: relacionado con los llamados “furnishings”, ese bigote y cejas pobladas típicos de razas de pelo duro.
Un estudio publicado en Science en 2009 por Elaine A. Ostrander y colaboradores mostró que la combinación de estas variantes puede predecir desde pelajes lisos y cortos hasta mantos rizados y largos.
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En caniches y bichones frisé, la presencia de la variante de KRT71 que induce rizo, junto a FGF5 para el largo, es fundamental para su textura “lana” y la apariencia acolchada del manto.
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De la utilidad al símbolo de estatus: selección a lo largo del tiempo
El rizo en el perro no surgió por casualidad. En el caso del caniche (poodle), su origen como perro de agua en Europa central y Francia influyó decisivamente en su pelaje: un manto rizado, denso y de una sola capa que atrapa aire, mejora la flotabilidad y ofrece aislamiento térmico en aguas frías.
Los recortes tradicionales —dejando mechones que protegen articulaciones y órganos y rasurando zonas para reducir peso— nacieron de esa función práctica y luego se estandarizaron en la exhibición canina.
El bichón frisé, por su parte, proviene del tronco de los “bichones” mediterráneos, perros de compañía que se popularizaron en cortes europeas a partir del Renacimiento.

Allí la selección fue marcadamente estética: se favorecieron mantos blancos, suaves y ensortijados que destacaban en interiores y permitían un arreglo voluminoso.
Aunque su trabajo histórico no fue el cobro en agua, comparte la base genética del rizo con el caniche.
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¿Por qué riza el pelo?
A nivel microscópico, el rizo se produce cuando el folículo piloso y el tallo del pelo se desarrollan de forma asimétrica: las células de un lado del tallo proliferan o se queratinizan de manera diferente a las del lado opuesto.
La proteína queratina, codificada en parte por KRT71, participa en ese “arquitecto” del tallo piloso. El resultado es una fibra que tiende a curvarse en espiral.

En perros con doble capa (subpelo y cobertura), esa curvatura puede afectar a ambas capas; en razas como el caniche, con manto predominantemente de crecimiento continuo y sin muda marcada, el rizo se traduce en mechones densos que se “enredan” sobre sí mismos si no se cepillan.
Desde un punto de vista funcional, el rizo aporta:
- Aislamiento: las ondas atrapan aire y mantienen la temperatura corporal.
- Protección: el acolchado natural amortigua golpes y roces, útil en entornos de monte o agua.
- Retención de humedad y suciedad: una desventaja si no se mantiene, porque facilita el apelmazamiento.
Implicaciones de bienestar: belleza que requiere trabajo
Ese mismo manto que muchos consideran hipoalergénico requiere una disciplina de cuidado notable. Los caniches y bichones pierden pelo de forma mínima, pero el alérgeno principal (la proteína Can f 1 presente en saliva y piel) sigue estando.

En personas sensibles, la tolerancia varía.
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Para evitar nudos, dermatitis y otitis (el pelo rizado puede retener humedad en el canal auditivo), los veterinarios y peluqueros recomiendan:
- Cepillado completo y deslanado 3 a 5 veces por semana, según la longitud.
- Baños regulares con champús suaves y buen secado para eliminar humedad atrapada.
- Corte profesional cada 4 a 8 semanas, adaptado a la actividad del perro y al clima.
- Revisión de oídos y zonas de fricción (axilas, ingles) para prevenir apelmazamiento.
