Cuidar a un gato empieza mucho antes de comprar el rascador o elegir el mejor comedero. Los expertos coinciden en que los primeros días en casa sientan las bases de su bienestar físico y emocional durante años.
Estos siete hábitos, implementados desde el inicio, ayudan a prevenir problemas de conducta, reducir el estrés y mantener una salud sólida.
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1) Rutina estable y predecible
Los gatos prosperan con la previsibilidad. Fijar horarios regulares para comida, juego y limpieza del arenero reduce la ansiedad y favorece el apego seguro.

La constancia es especialmente valiosa en traslados o cambios de entorno: luces tenues por la noche, rutas de acceso claras a agua, comida y arenero, y espacios de descanso silenciosos crean un mapa mental que el gato aprende a confiar.
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2) Presentación gradual del hogar y “espacio seguro”
En lugar de liberar al gato por toda la casa, conviene empezar con una habitación “base” equipada con cama, arenero, agua y rascador. A partir de allí, ampliar el territorio poco a poco.

Esta estrategia disminuye conductas de ocultamiento prolongado y accidentes fuera del arenero. Un escondite elevado o tipo cueva —como una caja con manta— ofrece control del entorno y reduce el estrés, clave en los primeros días.
3) Arenero: higiene, ubicación y preferencia
Una regla práctica: un arenero por gato, más uno extra, en lugares tranquilos y de fácil acceso, nunca junto a la comida. La arena aglomerante y sin perfume suele ser mejor aceptada.

La limpieza diaria y un vaciado profundo semanal previenen rechazos y problemas urinarios. Bandejas más grandes que el largo del gato, de bordes bajos para gatitos o felinos mayores, favorecen el uso consistente.
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4) Juego diario y enriquecimiento ambiental
El juego no es un lujo: es una necesidad. Dos o tres sesiones cortas de caza simulada con varitas o juguetes que imiten presas canalizan el instinto depredador y reducen conductas nocturnas.

Rotar juguetes, incorporar rascadores verticales y horizontales, y ofrecer superficies para trepar ayuda a prevenir el aburrimiento y el sobrepeso. Terminar el juego con comida pequeña refuerza el ciclo “cazar-comer-dormir” que regula su ritmo.
5) Socialización positiva y manejo gentil
Desde el primer día, asociar el contacto humano con experiencias agradables: caricias breves, refuerzo con premios y voz calmada. Respetar señales de incomodidad y permitir que el gato inicie el acercamiento construye confianza.

En hogares con niños u otras mascotas, introducir de forma supervisada y gradual, intercambiando olores y usando barreras visuales si es necesario, evita aversión temprana difícil de revertir.
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6) Salud preventiva desde el inicio
Una revisión veterinaria temprana establece el calendario de vacunas, desparasitación y microchip. La esterilización, recomendada en la mayoría de los casos, reduce marcaje, peleas y ciertas enfermedades.

Hábito clave: acostumbrar al gato al transportín como lugar neutro y seguro, dejándolo abierto en casa con una manta y premios.
Esto reduce el estrés en visitas médicas y emergencias. El cepillado regular y la habituación al manejo de patas, oídos y boca facilitan cuidados futuros.
7) Alimentación medida y agua siempre disponible
Optar por dietas completas adecuadas a la etapa de vida y acordadas con el veterinario. Medir raciones —mejor en varias tomas pequeñas o con comederos lúdicos— ayuda a prevenir la obesidad, uno de los problemas más comunes en gatos domésticos.
El agua fresca y accesible, idealmente en más de un punto y lejos del arenero, promueve una buena hidratación. Muchas casas encuentran que fuentes con movimiento incentivan el consumo.
Establecer estos hábitos desde el primer día no requiere grandes inversiones, sino intención y constancia. La recompensa suele verse en semanas: un gato más relajado, curioso y sano, y una convivencia armónica que resiste el paso del tiempo.