Prevención efectiva de parásitos intestinales en mascotas: clave para la salud familiar

Los parásitos intestinales en perros y gatos afectan hasta un 30% de las mascotas, poniendo en riesgo su salud y la de sus familias. Expertos destacan la importancia de la detección temprana y medidas preventivas para mitigar contagios y complicaciones.

Perro con parásitos.
Perro con parásitos.Shutterstock

Los parásitos intestinales en perros y gatos son más comunes de lo que muchas familias creen. Aunque la mayoría de los casos se resuelven con tratamientos sencillos, su presencia puede afectar el bienestar de los animales y, en algunos casos, suponer un riesgo para las personas, especialmente niños, mayores y personas inmunodeprimidas.

Veterinarios advierten que la prevención y la detección temprana son clave para cortar la cadena de contagio dentro del hogar.

Qué son y cómo se transmiten

Bajo el término “parásitos intestinales” se agrupan organismos como lombrices redondas (Toxocara), anquilostomas, tenias (como Dipylidium, asociada a las pulgas), tricocéfalos y protozoos como Giardia o coccidios.

Toxocara canis.
Toxocara canis.

Estos parásitos se alojan en el intestino de perros y gatos y pueden eliminar huevos o quistes a través de las heces, contaminando suelos, arenas y superficies.

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El contagio en los animales suele ocurrir al olfatear o lamer áreas contaminadas, ingerir agua o alimentos sucios, cazar presas pequeñas o, en el caso de algunas especies, a través de pulgas.

Los cachorros y gatitos también pueden infectarse a través de la madre durante la gestación o la lactancia. Los expertos enfatizan que incluso los animales que viven dentro de casa pueden estar expuestos: basta una salida breve al parque, un insecto portador o calzado humano con partículas del exterior.

Señales de alerta: muchos casos son silenciosos

Aunque algunos animales muestran signos claros, como diarrea, vómitos, pérdida de peso, abdomen abultado en cachorros, pelaje opaco o sangre en las heces, otros pueden no presentar síntomas evidentes durante semanas.

La presencia de segmentos de tenia con aspecto de “granos de arroz” cerca del ano o en las heces, el “scooting” (arrastrar la zona anal) y la tos ocasional —en infecciones por ciertos nematodos— también pueden ser pistas.

La ausencia de síntomas no descarta la infestación. Por ello, clínicas veterinarias recomiendan controles fecales periódicos mediante análisis de flotación, pruebas de antígenos para Giardia y, en casos seleccionados, técnicas moleculares.

“El diagnóstico de laboratorio es fundamental; muchos propietarios se sorprenden cuando un examen rutinario detecta parásitos en animales aparentemente sanos”, señalan profesionales del sector.

Riesgos para las personas

Varias de estas infecciones son zoonóticas, es decir, pueden transmitirse a humanos. La toxocariasis, producto de la ingestión accidental de huevos de Toxocara presentes en suelos o manos contaminadas, puede causar desde molestias leves hasta complicaciones más serias.

Las larvas de anquilostomas pueden producir lesiones cutáneas cuando penetran la piel en playas o areneros contaminados, y Giardia puede provocar cuadros gastrointestinales.

Los menores que juegan en el suelo, quienes conviven estrechamente con las mascotas, las personas mayores y quienes tienen defensas comprometidas son más vulnerables.

En embarazadas, se aconsejan medidas específicas de higiene, especialmente con el manejo del arenero de los gatos, siguiendo indicaciones médicas y veterinarias.

Prevención: una estrategia de varias capas

La prevención efectiva combina cuidados del animal, del hogar y del entorno. Veterinarios recomiendan planes de desparasitación internos y externos durante todo el año, ajustados a la edad, el peso y el estilo de vida de cada mascota.

En cachorros y gatitos, los protocolos son más frecuentes en los primeros meses; en adultos, se acompañan de controles fecales regulares.

La higiene juega un papel crítico. Recoger las heces de inmediato, limpiar y desinfectar adecuadamente patios y bandejas sanitarias, lavar las manos tras manipular animales o su entorno y evitar que perros y gatos ingieran restos en la calle reducen el riesgo.

El control de pulgas es doblemente importante: además de generar molestias, pueden participar en el ciclo de transmisión de ciertas tenias.

Otra recomendación es limitar el acceso a presas y carroña, y extremar la cautela con dietas crudas: si se opta por ellas, deben gestionarse con asesoramiento profesional y estrictas normas de seguridad alimentaria.

Para familias con niños pequeños, cubrir areneros cuando no se usan y fomentar el lavado de manos tras jugar al aire libre son medidas sencillas con alto impacto.

Qué hacer si sospecha de parásitos

Ante diarrea persistente, vómitos recurrentes, pérdida de peso sin explicación, picor anal o la observación de elementos anómalos en las heces, es recomendable acudir al veterinario y llevar una muestra fecal reciente.

Evite automedicar: los antiparasitarios varían según la especie implicada y el estado del animal, y una dosis inadecuada puede ser ineficaz o generar resistencias.

Si se confirma la infección, el profesional pautará el tratamiento y, con frecuencia, recomendará repetirlo a intervalos para romper el ciclo de vida del parásito.

También sugerirá medidas para proteger a otros animales del hogar y al resto de la familia, así como un calendario de seguimiento para verificar la eliminación.

Un problema prevenible con beneficios para todos

Atender la salud parasitaria de perros y gatos no solo mejora su calidad de vida; también reduce riesgos para las personas y el entorno.

Con controles veterinarios, higiene consistente y desparasitación responsable, la mayoría de las infecciones se evitan o se controlan rápidamente. La clave, coinciden los expertos, es no esperar a que aparezcan los síntomas y asumir que la prevención es una inversión en bienestar compartido.

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