Conjuntivitis en gatos: reconocé los signos y evitá complicaciones peligrosas

La conjuntivitis en gatos, común pero peligrosa, requiere atención inmediata. Veterinarios advierten que reconocer signos tempranos puede prevenir complicaciones serias. Descubrí cómo actuar a tiempo y mantener la salud ocular de tu felino en este completo análisis.

Gato con infección ocular, imagen ilustrativa.
Gato con infección ocular, imagen ilustrativa.Shutterstock

La conjuntivitis, una de las afecciones oculares más comunes en felinos, suele pasar inadvertida en sus primeras fases o confundirse con una simple irritación.

Gato con infección ocular, imagen ilustrativa.
Gato con infección ocular, imagen ilustrativa.

Sin un manejo adecuado, puede causar dolor, empeorar rápidamente y derivar en complicaciones como úlceras corneales. Veterinarios coinciden en que reconocer a tiempo los signos y actuar con medidas apropiadas —incluida la consulta profesional— es clave para proteger la visión y el bienestar del gato.

Qué es la conjuntivitis y por qué ocurre

La conjuntivitis es la inflamación de la conjuntiva, la membrana delgada y transparente que recubre el interior de los párpados y parte del globo ocular.

Gato con infección ocular, imagen ilustrativa.
Gato con infección ocular, imagen ilustrativa.

Puede tener origen infeccioso o no infeccioso. Entre las causas más frecuentes se encuentran el herpesvirus felino tipo 1 (FHV-1), bacterias como Chlamydophila felis y Mycoplasma spp., así como alérgenos ambientales, cuerpos extraños, polvo o productos irritantes.

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El estrés, la convivencia en refugios o colonias y un sistema inmunitario comprometido aumentan la susceptibilidad.

Aunque la conjuntivitis es altamente contagiosa entre gatos, rara vez representa un riesgo para humanos.

Gato con infección ocular, imagen ilustrativa.
Gato con infección ocular, imagen ilustrativa.

La transmisión se produce por contacto directo con secreciones o a través de comederos, mantas y areneros compartidos. En hogares con varios felinos, el aislamiento temporal del afectado y la higiene meticulosa reducen la propagación.

Cómo reconocer los síntomas

Los signos pueden afectar a uno o ambos ojos y variar en intensidad. El enrojecimiento conjuntival y el lagrimeo excesivo son señales tempranas.

A medida que progresa, suele aparecer secreción mucosa o purulenta (amarilla o verdosa), párpados pegajosos al despertar, hinchazón, picor y mayor sensibilidad a la luz.

Gato con infección ocular, imagen ilustrativa.
Gato con infección ocular, imagen ilustrativa.

La tercera membrana (tercer párpado) puede protruir parcialmente. Algunos gatos entrecierran el ojo, parpadean con frecuencia o frotan la cara con las patas, lo que agrava la irritación.

El dolor intenso, la nube corneal (opacidad), el cierre completo del ojo, la aparición de una mancha blanquecina en la córnea o cambios bruscos de comportamiento —apatía, falta de apetito, fiebre— son señales de alarma que justifican atención veterinaria inmediata. En gatitos, la evolución puede ser más veloz y severa.

Diagnóstico: más que “ojo rojo”

Confirmar la causa orienta el tratamiento. En consulta, los veterinarios suelen realizar:

  • Examen ocular con lámpara y coloración con fluoresceína para descartar úlceras o lesiones corneales.
  • Evaluación de la producción lagrimal y del conducto nasolagrimal.
  • Toma de muestras de la secreción para citología o pruebas específicas cuando se sospechan bacterias como Chlamydophila.
  • Revisión general del estado respiratorio, ya que el herpesvirus y otros patógenos a menudo cursan con estornudos y secreción nasal.

El diagnóstico diferencial incluye queratitis, uveítis, glaucoma, cuerpos extraños y reacciones alérgicas. Esta distinción es crucial porque ciertos colirios —en especial los que contienen corticoides— pueden empeorar úlceras y dañar la córnea si se administran sin control.

Tratamientos: qué funciona y qué evitar

El manejo depende del origen. En casos bacterianos, se emplean antibióticos tópicos específicos; para Chlamydophila, los veterinarios suelen indicar tetraciclinas (en colirio u oral).

Cuando hay participación viral, los antivirales tópicos (como cidofovir o idoxuridina) y los lubricantes pueden reducir la carga viral y aliviar la irritación. En cuadros alérgicos, además de evitar el desencadenante, se prioriza el uso de lágrimas artificiales, antiinflamatorios no esteroideos y medidas ambientales.

Los expertos desaconsejan usar colirios humanos sin prescripción, remedios caseros con té o manzanilla y cualquier fármaco con corticoides si no hay una evaluación ocular previa.

Un error común es suspender el tratamiento al desaparecer los síntomas: completar los días indicados reduce recaídas y resistencia bacteriana.

En infecciones herpéticas, pueden presentarse episodios recurrentes, a menudo asociados a estrés; el control ambiental y, en algunos casos, suplementos como la L-lisina pueden formar parte de la estrategia, siempre bajo orientación profesional.

Cuidados en casa: higiene, confort y prevención de lesiones

Mientras el tratamiento surte efecto, la higiene diaria ayuda a aliviar molestias y disminuir la carga de patógenos.

La limpieza suave de secreciones con gasas estériles y suero fisiológico templado —una gasa por pasada, sin frotar— mantiene los párpados despejados.

Evitar que el gato se rasque es fundamental; un collar isabelino puede prevenir autolesiones. La habitación debe estar ventilada, libre de humo y polvos, y con luz tenue si hay fotofobia.

Si conviven varios gatos, conviene separar comederos, bebederos y bandejas sanitarias, lavarlos con agua caliente y jabón, y desinfectar superficies frecuentes.

El lavado de manos antes y después de manipular al animal enfermo es una barrera simple y eficaz.

Cuándo acudir al veterinario

La regla práctica es clara: cualquier ojo rojo acompañado de dolor, secreción amarillenta o verdosa, opacidad corneal, blefaroespasmo (parpadeo intenso), tercera membrana protruyente o empeoramiento en 24–48 horas requiere evaluación.

En gatitos, gatos inmunosuprimidos o si hay fiebre, estornudos persistentes o apatía, la consulta no debe demorarse.

Prevención: vacunas, ambiente y reducción del estrés

Aunque la vacunación no evita todas las infecciones oculares, el esquema básico FVRCP (rinotraqueítis por herpesvirus, calicivirus y panleucopenia) reduce la gravedad y frecuencia de las enfermedades del tracto respiratorio superior que predisponen a conjuntivitis.

Mantener al día refuerzos y controles anuales es una inversión en salud.

La prevención también pasa por la gestión del entorno: minimizar el polvo, evitar aerosoles irritantes, introducir nuevos animales con cuarentena y desparasitación, y reducir situaciones estresantes.

Rascadores, escondites y rutinas estables ayudan a limitar brotes en gatos con herpesvirus latente.

El costo de la demora

Más allá de la incomodidad, la conjuntivitis desatendida puede progresar a queratitis, úlceras y cicatrices corneales que comprometen la visión.

Un caso que podría resolverse con colirios y cuidados básicos en pocos días puede terminar exigiendo tratamientos prolongados o incluso cirugía. La intervención temprana es, con frecuencia, más económica y con mejor pronóstico.

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