Qué entendemos por “estrés” en mascotas
En veterinaria, el estrés es la respuesta del organismo ante desafíos reales o percibidos. A corto plazo puede ser adaptativo; sostenido en el tiempo, altera funciones inmunológicas, digestivas, dermatológicas y cardiovasculares.
Sociedades como la WSAVA (World Small Animal Veterinary Association) y la AVMA (American Veterinary Medical Association) lo describen como un factor de riesgo para múltiples cuadros clínicos, especialmente cuando se combina con dolor, falta de enriquecimiento ambiental o cambios en la rutina.
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Del cerebro al cuerpo: la ruta biológica
Cuando un animal se siente amenazado o ansioso, se activan el sistema nervioso simpático y el eje hipotálamo–hipófisis–adrenal. Aumentan adrenalina y cortisol.
Ese cóctel:
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- suprime parcialmente la respuesta inmune, favoreciendo infecciones cutáneas y respiratorias;
- modifica la motilidad intestinal, con diarreas o constipación;
- potencia inflamación sistémica y retarda la cicatrización;
- altera el sueño y el apetito, con fluctuaciones de peso.
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Señales físicas que suelen pasar desapercibidas

Veterinarios clínicos reportan que muchos motivos de consulta tienen un componente emocional subyacente. Entre las señales vinculadas a estrés crónico:
- dermatitis por lamido acral, alopecias y otitis recurrentes;
- vómitos intermitentes, diarreas, colitis y gastritis;
- cistitis idiopática felina y arañazos fuera del arenero;
- taquipnea en reposo, temblores, hipersalivación;
- cambios en apetito, letargo o hiperactividad nocturna.
Perros y gatos: dos perfiles de riesgo
- Perros: la ansiedad por separación es una de las alteraciones conductuales más comunes. Estudios de etología clínica estiman que un porcentaje relevante de perros presenta vocalizaciones, destrucción o micción al quedarse solos, con comorbilidades gastrointestinales y dermatológicas asociadas. La falta de previsibilidad en rutinas y el castigo físico empeoran los cuadros.
- Gatos: el estrés ambiental (competencia por recursos, ruidos, mudanzas) se vincula con cistitis idiopática, sobrepeso por “picoteo” y groomings compulsivos. La literatura señala que proveer múltiples recursos (cajas de arena, rascadores, refugios en alto) reduce recaídas urinarias y conductas de desplazamiento.
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Qué dice la evidencia
- Enriquecimiento ambiental: investigaciones en medicina felina muestran que optimizar recursos y disminuir conflictos entre gatos reduce episodios de cistitis y marcaje. Programas de “cat-friendly” en clínicas disminuyen parámetros de estrés durante la atención.
- Cortisol y piel: revisiones en dermatología veterinaria describen que el cortisol crónico altera la barrera cutánea y facilita infecciones secundarias, especialmente en cuadros pruriginosos.
- Microbiota–estrés: trabajos recientes asocian estrés sostenido con disbiosis intestinal en perros, lo que incrementa sensibilidad gastrointestinal y respuesta inflamatoria.
- Biomarcadores: la medición de cortisol en pelo y saliva, junto con variabilidad de la frecuencia cardíaca, se usa en investigación para objetivar carga de estrés, con correlatos de conducta y síntomas físicos.
Factores que agravan o mitigan el impacto

- Agravan: dolor no tratado, castigos, falta de ejercicio y juego, imprevisibilidad en horarios, ambientes pobres en estímulos, ruido constante, hacinamiento de recursos.
- Mitigan: rutinas predecibles, ejercicio acorde a la edad, juego olfativo y de caza, espacios seguros y en altura para gatos, socialización positiva, atención veterinaria “fear-free”, y manejo del dolor.
Cuándo consultar y qué esperar
Si notás síntomas físicos recurrentes sin causa clara, pedí evaluación clínica completa para descartar patologías primarias.
Abordajes multimodales —médicos, nutricionales y de comportamiento— suelen lograr mejores resultados.
Guías de la AVMA y la WSAVA recomiendan:
- descartar dolor y enfermedad orgánica antes de etiquetar “estrés”;
- usar analgesia y tratamientos específicos cuando corresponda;
- implementar enriquecimiento y modificación de conducta basados en refuerzo positivo;
- considerar nutracéuticos o fármacos ansiolíticos bajo supervisión veterinaria.
Qué podés hacer hoy en casa
- Establecé rutinas de comida, paseo y juego con horarios consistentes.
- Sumá enriquecimiento: rompecabezas de comida, olfateo, rascadores, escondites.
- Asegurá recursos duplicados en hogares multispecie: agua, comida, cajas de arena, camas.
- Evitá castigos. Reforzá conductas deseadas y ofrecé opciones de control y elección.
- Ante cambios (viajes, obras, nuevos integrantes), planificá una adaptación gradual y consultá con etología clínica si aparecen señales de alerta.
La salud mental y física de las mascotas están entrelazadas. Entender esa conexión permite detectar signos tempranos, ajustar el ambiente y trabajar con el equipo veterinario para reducir recaídas y mejorar bienestar.