La convivencia entre infancia y perros mejora el bienestar de ambos cuando se gestiona bien. Organismos de salud pública reportan que la mayoría de mordidas ocurre en contextos cotidianos con perros conocidos, y que niñas y niños son un grupo de mayor riesgo.
La Organización Mundial de la Salud estima decenas de millones de mordidas por año a nivel global, y datos de centros de control de enfermedades señalan que las tasas son más altas en edades escolares. Educar y supervisar reduce significativamente incidentes y secuelas físicas y emocionales.
Lea más: Señales de calma en perros: el lenguaje sutil con el que evitan conflictos
Reglas básicas para enseñar y cumplir

- Supervisión constante: no se deja a niñas y niños sin vigilancia con el perro, especialmente menores de edad escolar. “Supervisión” implica atención activa, no desde otra habitación.
- Espacios seguros: el perro necesita un lugar propio (cama, jaula abierta o habitación) al que pueda retirarse. Se enseña a no molestarlo allí.
- Consentimiento y elección: se fomenta que el contacto sea breve y opcional. Se propone la “regla de los tres segundos”: caricia suave, se detiene, y se observa si el perro busca más interacción.
- No se comparte comida: se evita que las criaturas estén cerca cuando el perro come o mastica huesos/juguetes de alto valor.
- Prohibido el castigo físico o gritos: además de ser ineficaz, aumenta estrés y riesgo de reactividad, según asociaciones veterinarias.
Lea más: Los mejores perros para niños: razas más pacientes y juguetonas
Rutinas de cuidado por edades
- Preescolar: tareas simbólicas y guiadas. Por ejemplo, llevar un snack (aprobado por la persona adulta) y soltarlo en el piso, o ayudar a rellenar un juguete dispensador. Siempre mano abierta, sin retirar comida.
- Primera infancia escolar: cepillado breve con herramienta adecuada al pelaje, limpieza de comederos con supervisión y registro visual de agua fresca. Se practican órdenes básicas positivas: “sentate”, “quedate”, “abajo”.
- Preadolescencia y adolescencia: participación en paseos con correa doble (persona adulta controla la principal), preparación de raciones siguiendo indicaciones veterinarias y práctica de juegos de olfato.
Lectura del lenguaje canino

Reconocer señales tempranas de incomodidad permite intervenir a tiempo. Señales de estrés o escalada incluyen:
- Bostezos, lamidos de labios, girar la cabeza, orejas hacia atrás.
- Rigidez corporal, cola baja o inmóvil, mirada fija de reojo (“ojo de ballena”).
- Gruñidos o mostrar dientes: son advertencias que se respetan, no se castigan. La American Veterinary Medical Association y programas de prevención de mordidas coinciden en que enseñar a identificar estas señales y detener la interacción reduce eventos.
Juego seguro que no fomenta la excitación excesiva
- Mejor juegos de olfato y búsqueda que tirar de la cuerda sin reglas.
- Si se juega a la cuerda: se establece un “soltá” enseñado con refuerzo positivo; se detiene al primer signo de sobreexcitación.
- Nada de subirse al perro, abrazarlo fuerte ni tirarle de orejas o cola. Estudios observacionales muestran que estos contactos invaden el espacio personal y disparan mordidas en rostro y manos en población infantil.
Lea más: Cómo lidiar con perros destructivos: juguetes, rutinas y estrategias
Higiene y salud: prevención desde la rutina
- Lavado de manos después de jugar o dar premios.
- Vacunación, desparasitación y control de parásitos al día, siguiendo el plan veterinario.
- Comederos y bebederos limpios; almacenamiento de alimento fuera del alcance infantil.
- Paseos y enriquecimiento ambiental diarios para reducir conductas por aburrimiento.
Cómo enseñar sin riesgos: enfoque práctico
- Modelado: primero mostrás la conducta correcta; luego los chicos la replican bajo guía.
- Indicaciones cortas y positivas: “acariciá suave”, “pará y mirá si quiere más”.
- Refuerzo: se elogian conductas cuidadosas; se ignoran o redirigen las inadecuadas.
- Preparación del entorno: barreras para bebés, correas, y “estaciones” de descanso del perro para cortar interacciones cuando sea necesario.
Errores frecuentes que elevan el riesgo
- Retirar objetos de la boca del perro con la mano. Se intercambia por un premio de mayor valor.
- Castigar gruñidos. El gruñido comunica; si se suprime, el perro puede saltar etapas y morder sin aviso.
- Pensar que “el perro de casa no muerde”. La mayoría de incidentes involucra perros familiares, según compilaciones de hospitales y autoridades sanitarias.
Paseos: corresponsabilidad con control adulto
- Elegí arnés y correa fija; evitá enrollables.
- La persona adulta lleva la correa principal; la criatura acompaña y practica indicaciones.
- Se enseña a pedir distancia: cambiar de vereda ante perros desconocidos o situaciones ruidosas.
Qué hacer ante un incidente
- Si hay mordida: lavar con agua y jabón, desinfectar y buscar atención médica. Registrar vacunación antirrábica del perro y consultar con el equipo de salud.
- Reportar a profesionales del comportamiento (veterinario etólogo) para evaluar desencadenantes y plan de manejo.
- Evitar castigos posteriores: aumentan el riesgo de repetición.
Con reglas claras, educación progresiva y supervisión activa, la convivencia se vuelve una oportunidad para que la infancia aprenda empatía, responsabilidad y cuidado respetuoso del bienestar animal.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy