Qué hay detrás: pigmentación y oído interno
La sordera congénita en perros está fuertemente vinculada a genes que afectan la pigmentación del pelaje y del iris.
Variantes como el “piebald” (manchado blanco extremo, ligado al gen MITF) y el patrón “merle” (PMEL) pueden interferir con el desarrollo de células ciliadas en la cóclea.

La ausencia o degeneración de estas células impide que el sonido se convierta en señales nerviosas. La literatura veterinaria identifica una mayor frecuencia de sordera en capas predominantemente blancas, ojos azules y combinaciones merle; no obstante, estos rasgos no garantizan sordera por sí mismos.
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Razas con mayor prevalencia reportada
Registros de pruebas BAER (potenciales evocados auditivos del tronco encefálico) y estudios revisados por pares han documentado que la prevalencia varía por línea de sangre y color de manto dentro de cada raza.
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De forma orientativa, se observan rangos como estos:
- Dálmata: 15–30% con algún grado de sordera; bilateral en torno a 5–10%.
- Bull Terrier (especialmente el blanco): 10–20%.
- Setter Inglés: 10–15%.
- Australian Cattle Dog: 10–15%.
- Gran Danés (arlequín/merle): 5–10%.
- Boston Terrier: 5–10%.
- Jack Russell Terrier: 4–8%.
- Border Collie: rangos bajos a moderados, más altos en merle o con blanco extenso.
- Pastor Australiano: riesgo incrementado en capas merle; en “doble merle” el riesgo se dispara.
- Catahoula Leopard Dog: frecuencias intermedias reportadas, asociadas a patrones moteados.
En varias de estas razas la sordera unilateral (un solo oído) es más común que la bilateral. La distribución exacta depende de prácticas de cría, selección por color y tamizaje auditivo en cachorros.
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Cómo se diagnostica: BAER, el estándar
El método de referencia es la prueba BAER, que mide la respuesta del nervio auditivo a estímulos sonoros mediante electrodos cutáneos. Es objetiva, rápida y se puede aplicar desde edades tempranas.

Clínicas y programas de investigación mantienen bases de datos con miles de resultados, que han permitido mapear la prevalencia por raza y por color de pelaje con mayor precisión.
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El papel de la genética merle y el “doble merle” La herencia de la sordera congénita no es simple; intervienen múltiples genes y modificadores. Aun así, hay patrones claros:
- Merle: cuando se cruza merle × merle, la descendencia “doble merle” presenta tasas muy elevadas de sordera y anomalías oculares. Por eso, entidades veterinarias y clubes de raza desaconsejan ese cruce.
- Piebald/extremo blanco: el blanco extenso alrededor de las orejas se ha asociado a mayor riesgo, probablemente por su relación con la migración de melanocitos durante el desarrollo embrionario.
Ojos azules, mito y realidad
Ojos azules y parches blancos en la cabeza aparecen con frecuencia en perros sordos, pero no todos los perros con estos rasgos tienen sordera.
Son marcadores de riesgo, no diagnósticos. La única forma de confirmar audición normal o pérdida unilateral es mediante BAER.