¿Por qué los perros entierran sus juguetes? Descubrí el significado del acopio en cánidos

La conducta de acopio en perros, heredada de sus ancestros salvajes, revela cómo la escasez y el entorno influyen en su comportamiento. Explorá sus causas, implicaciones y anotá algunos consejos prácticos para gestionar esta estrategia ancestral en el hogar.

Perro entierra su juguete, imagen ilustrativa.
Perro entierra su juguete, imagen ilustrativa.Shutterstock

Un legado ancestral

En cánidos salvajes, el acopio o caching es una estrategia para almacenar alimento y protegerlo de competidores.

Lobos, zorros y coyotes entierran sobrantes en lugares frescos y discretos para consumirlos después. Organizaciones como la American Kennel Club y manuales de etología canina describen el mismo patrón en perros domésticos, que pueden “guardar” tanto comida como objetos con alto valor emocional.

Escasez, valor y memoria emocional

La conducta se activa cuando algo percibido como valioso no puede ser consumido o disfrutado en el momento. Si alguna vez hubo escasez, competencia con otros animales o castigos al comer/jugar, el perro puede aprender que “guardar” es más seguro.

Incluso con alimento abundante, la expectativa de que más tarde habrá hambre o interrupciones sostiene el hábito.

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Perro entierra su juguete, imagen ilustrativa.
Perro entierra su juguete, imagen ilustrativa.

Estudios de comportamiento señalan que el valor de un recurso aumenta con la imprevisibilidad y la interferencia humana.

Raza, edad y temperamento

Terriers y sabuesos, seleccionados para excavar y seguir rastros, suelen mostrar más enterramiento.

Cachorros y adolescentes exploran más y prueban estrategias de acopio. Perros ansiosos o muy sensibles a cambios en la rutina también lo exhiben con mayor frecuencia.

Refugios y protectoras reportan que animales con historias de privación tienden a “guardar” golosinas por más tiempo, aunque con manejo estable la conducta disminuye.

El rol del ambiente

El aburrimiento, la falta de estimulación olfativa y la ausencia de espacios previsibles para masticar o jugar fomentan el enterramiento.

En hogares con varios animales, esconder recursos reduce la competencia directa. También influyen los olores: premios muy aromáticos disparan el impulso de “asegurarlos”.

Jardines con tierra suelta o mantillo facilitan el comportamiento; en interiores, muchos perros “entierran” bajo mantas o detrás de muebles.

¿Es un problema o es normal?

En la mayoría de los casos es una conducta normal, intermitente y sin consecuencias. Conviene prestar atención si:

  • aparece de forma repentina y compulsiva
  • hay lesiones en patas o boca por excavar/masticar
  • se acompaña de pérdida de peso, vómitos o diarreas
  • coexiste con ansiedad por separación o guardia de recursos (gruñidos, rigidez, intentos de morder al acercarse)

Veterinarios y especialistas en comportamiento (ASVAB/AVSAB, Journal of Veterinary Behavior) recomiendan evaluar dolor, trastornos gastrointestinales, estrés crónico y conflictos sociales antes de rotularlo como “mala conducta”.

Qué recomiendan los especialistas

  • Ajustá el ambiente: ofrecé lugares “permitidos” para excavar, como una caja de arena o un sector del jardín, y redirigí ahí la conducta. En interiores, usá mantas o alfombras olfativas.
  • Enriquecé sin saturar: rotá juguetes, usá rompecabezas de comida, escondé pequeñas porciones para busca olfativa. Evitá montones de objetos disponibles todo el tiempo; la abundancia descontrolada puede aumentar el acopio.
  • Hacé el acceso predecible: horarios relativamente regulares y reglas claras reducen la necesidad de guardar.
  • Evitá el castigo: retar, perseguir o quitar a la fuerza aumenta la ansiedad y el valor del recurso. Practicá “soltá” y “dejá” con refuerzo positivo y canje de alto valor.
  • Gestioná la competencia: alimentá por separado si hay varios animales y supervisá los recursos muy valiosos.
  • Elegí masticables seguros: evitá huesos cocidos; los crudos o alternativos deben ser del tamaño adecuado y bajo supervisión. Enterrar comida puede contaminarla; retirala si pasó horas en tierra húmeda o calor.
  • Si notás guardia de recursos o estrés: consultá con tu veterinario y, de ser necesario, con un etólogo clínico certificado para un plan de desensibilización y contracondicionamiento.

Recordá que no es “dominancia” ni “desobediencia”. Es una estrategia adaptativa que emerge según genética, aprendizaje y contexto. La conducta puede disminuir cuando hay previsibilidad, enriquecimiento adecuado y manejo respetuoso.

Qué observar en casa

  • ¿Cuándo y con qué objetos aparece?
  • ¿Dónde se entierra y quién está cerca?
  • ¿Hay señales de tensión (rigidez, orejas hacia atrás, congelamiento)?

Registrar estos patrones ayuda a decidir si alcanza con ajustes ambientales o si conviene una evaluación profesional.

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