Una especie elegante y reconocible
La tortuga de orejas rojas, reconocida por la franja rojiza detrás de cada ojo, es una de las mascotas acuáticas más populares. Su aspecto llamativo y su comportamiento curioso suelen atraer a quienes buscan un animal de compañía diferente.

Pero aunque son frecuentes en tiendas de mascotas, pocos conocen sus verdaderos requerimientos y su impacto en el ecosistema.
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Personalidad y hábitos inesperados
Lejos de ser animales pasivos, estas tortugas tienen rutinas marcadas y respuestas individuales ante sus cuidadores.

Algunas buscan interactuar al acercarse al acuario, mientras otras prefieren sumergirse y observar desde lejos. Además, pueden vivir más de 20 años bajo condiciones adecuadas, algo que rara vez se menciona al adoptarlas.
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Alimentación: mucho más que solo lechuga
Existe el mito de que se alimentan únicamente de vegetales, pero en realidad son omnívoras. Su dieta incluye pequeños invertebrados, pescado, frutas y verduras.
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Ofrecerles solo lechuga o comida seca puede provocarles desnutrición y problemas en el caparazón, resaltando la importancia de consultar fuentes especializadas.
El mito del recipiente pequeño
Las tortugas de orejas rojas crecen rápido y requieren acuarios espaciosos con agua limpia y acceso a una zona seca donde puedan tomar sol o luz ultravioleta.
El uso de recipientes plásticos pequeños suele generar estrés y enfermedades, algo evitable con información y planificación previa.
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Tenencia responsable: un compromiso de largo plazo
Miles de ejemplares terminan abandonados en ríos o lagunas cuando pierden atractivo o crecimiento supera las expectativas.
Este descarte contribuye a su estatus de especie invasora en distintos ambientes y genera desequilibrios ecológicos. Adoptar una tortuga de orejas rojas implica informarse y asumir la responsabilidad de garantizarle bienestar por toda su vida, siguiendo recomendaciones, controlando su salud y evitando la liberación irresponsable al medio natural.