¿Tienen emociones las tortugas?
A nivel cerebral, las tortugas no cuentan con un sistema límbico tan desarrollado como los mamíferos, que es el que procesa las emociones complejas. Sin embargo, esto no significa que sean insensibles.

Estudios e investigaciones de comportamiento han demostrado que pueden experimentar estímulos positivos y negativos, y responder de formas que sugieren una forma básica —pero real— de emoción.
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¿Pueden reconocer a sus cuidadores?
Quienes conviven con tortugas lo saben: pueden distinguir a las personas que las cuidan. Algunas se acercan rápidamente al ver a su humano, mueven la cabeza, estiran el cuello o siguen su voz.

Reconocen rostros, sonidos e incluso rutinas. Aunque no es “afecto” como lo sentimos los humanos, sí puede haber una forma de apego basada en la asociación positiva.
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¿Disfrutan de las caricias?
Muchos cuidadores han notado que sus tortugas reaccionan cuando son acariciadas suavemente en la cabeza o el caparazón.

Algunas cierran los ojos, se relajan o parecen “pedir más”. Estas respuestas, aunque difíciles de interpretar con certeza, podrían indicar placer o al menos una sensación de confort ante el contacto humano frecuente y respetuoso.
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¿Cómo se vinculan en la naturaleza?
En estado salvaje, la mayoría de las tortugas llevan una vida solitaria, interactuando con otras solo para reproducirse.

No forman manadas ni muestran vínculos sociales prolongados. Aun así, durante la reproducción o el cuidado del nido, pueden mostrar comportamientos protectores que podrían entenderse como vínculos momentáneos.
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¿Influye la socialización?
Sí. Las tortugas criadas desde pequeñas con contacto humano regular suelen volverse más receptivas y confiadas.
El entorno, la paciencia y la constancia son claves para construir ese lazo silencioso. No se trata de afecto en sentido humano, pero sí de una conexión que, desde su lenguaje, puede interpretarse como un tipo de vínculo.
¿Pueden sentir cariño? Tal vez no como lo conocemos, pero sí pueden crear lazos de confianza, reconocimiento y bienestar. Las tortugas, en su aparente indiferencia, esconden una sensibilidad que solo se revela con tiempo, respeto y observación. Porque a veces, el afecto más profundo no necesita grandes gestos para hacerse notar.