Temperatura: el motor del metabolismo reptil
Los reptiles son ectotermos: dependen del calor externo para regular su temperatura corporal. Cada especie necesita un rango térmico específico para digerir, moverse y mantenerse saludable.
Lo ideal es crear un gradiente térmico en el terrario: una zona cálida para descansar y otra más fresca para que puedan autorregularse.
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Si la temperatura es baja, pueden sufrir debilidad, inapetencia y problemas digestivos. Si es demasiado alta, hay riesgo de estrés térmico y deshidratación.
Luz: mucho más que visibilidad
La luz visible regula el ritmo circadiano de los reptiles, marcando sus ciclos de actividad y descanso.

Además, necesitan exposición a luz UVB para producir vitamina D3, indispensable para absorber calcio. Sin UVB, es común que desarrollen enfermedades óseas graves.
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Humedad: el equilibrio vital
Cada especie tiene requerimientos distintos. Algunas, como las iguanas, precisan alta humedad; otras, como los geckos del desierto, prefieren ambientes secos.
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Usá nebulizadores o sistemas de riego para ajustar la humedad y controlala con un higrómetro. Si no es la adecuada, pueden aparecer deshidratación, problemas respiratorios o mudas incompletas.
Cuidar a un reptil exige compromiso y conocimiento. Ajustando estos tres pilares del hábitat —temperatura, luz y humedad—, podés garantizarle una vida larga y saludable.
Consultá siempre a un veterinario especializado y adaptá el entorno a la especie que tengas en casa.