Por qué gruñen los perros
El gruñido es una forma de comunicación vocal que los perros utilizan para expresar una variedad de sentimientos y estados emocionales.
No siempre es un indicio de agresión; puede ser una advertencia, una señal de molestia o incluso una manera de mostrar placer en ciertas circunstancias.
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Una de las razones más comunes detrás de este comportamiento es la incomodidad física. Tal vez una caricia roza una zona adolorida, una vieja lesión o una condición médica que aún no ha sido detectada. Incluso una postura incómoda puede bastar para que el animal exprese su molestia con un gruñido.
También hay perros que son especialmente sensibles en ciertas partes del cuerpo. Las patas, la cola o el abdomen suelen ser zonas delicadas, y si se tocan de manera inapropiada, el animal puede reaccionar con un gruñido como advertencia.

El miedo y la ansiedad son otros factores importantes. Algunos perros, sobre todo aquellos que han tenido experiencias negativas con humanos o que no han sido socializados correctamente, pueden ver el contacto físico como una amenaza. En estos casos, el gruñido es un mecanismo de defensa: una forma de decir “no me siento seguro”.
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En otros contextos, el gruñido puede surgir de un instinto de protección o territorialidad. Si el perro se siente dueño de su espacio, de su cama, de un juguete o incluso de una persona, puede gruñir para dejar claro que no está dispuesto a ceder lo que considera suyo.
Y a veces, simplemente, el gruñido es una forma más de comunicación. Igual que las personas podemos murmurar o quejarnos cuando algo nos molesta sin perder el control, algunos perros utilizan el gruñido como una manera suave de expresar su descontento sin intención de agredir.
En todos los casos, escuchar al perro —y observar su lenguaje corporal— es clave para entender lo que realmente está tratando de decir.
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Analizar el contexto del gruñido
Para comprender mejor si el gruñido de tu perro es una señal de agresión o incomodidad, es crucial observar el contexto en el que ocurre.
- Postura corporal: si el perro muestra señales de agresión como rigidez corporal, mirada fija o levantamiento de los labios, es probable que el gruñido sea una advertencia más seria.
- Frecuencia y situación: tomá nota de cuándo y dónde suele gruñir el perro al ser acariciado. Esto puede ayudar a identificar patrones o situaciones específicas que lo desencadenen.
- Relacionamiento anterior: reflexioná sobre si este comportamiento ha surgido de manera repentina o es algo que ha estado presente desde hace mucho tiempo. Un cambio repentino en el comportamiento puede ser indicativo de un problema médico.
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¿Cómo abordar el comportamiento?
- Consultá a un veterinario para descartar cualquier problema médico que pueda estar causando dolor o incomodidad.
- Observación y paciencia: observá qué tipos de caricias acepta y cuáles no. Respetá sus límites y da espacio si lo necesita.
- Utilizá técnicas de refuerzo positivo para asociar las caricias con experiencias agradables.
- Considerá consultar a un etólogo o un entrenador profesional para manejar adecuadamente el comportamiento.
A través de una observación cuidadosa y, si es necesario, la intervención de profesionales, podés ayudar a tu amigo canino a sentirse más cómodo y seguro en su entorno. La clave es ser paciente y respetuoso con sus límites, promoviendo así una relación saludable y armoniosa.