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Si vas a un lugar muy concurrido como la Costanera de Asunción o el Parque Ñu Guazú, una correa no debe medir más de 1,50 m, para que puedas manejarlo sin estresar al animal.
En zonas más despobladas donde el perro paseará solo, la correa puede ser más larga.
Un perro pequeño no necesita una correa pesada de metal. Para que se acostumbre y se sienta a gusto, hay que elegir un material resistente pero no pesado, de acuerdo al animal.
El perro debe caminar con seguridad, no exponerse a una ruta con mucho tráfico, poder oler una planta y tomarse su tiempo para descubrir lo que hay en el trayecto.
Al colocarle la correa, el perro se sentirá tranquilo, bien cuidado. Con paciencia, le entrenarás para comportarse y verás que este acto lo relacionará con los paseos que le encantan.
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Correa y pechera sin mordidas
Si el can muerde la correa y la estira con fuerza, habrá que tomar el tiempo para que se acostumbre. Colocar la correa es cuestión de entrenamiento y mucha paciencia.
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Las correas retráctiles, bien ajustadas en cuello y cintura, dan doble seguridad. El perro aprende con palabras cortas: al decirle “vamos”, el perro lo hará si le premia con una caricia o un balanceado.
Lo mismo si necesita detenerse con palabras como stop o alto, sentado. Recuerde que el perro es su responsabilidad, no lo deje solo ni lo martirice con estirones.
El perro irá a un metro y más por delante o al costado de su amo, entrenará primero en distancias cortas y cuando esté listo podrá caminar un trecho más largo.
Evite días lluviosos o de intenso calor, ya que el perro la pasará mal y hasta se enfermará. Cuide a su mascota.