A pesar del COVID-19, el Hospital de Tortugas sigue curando

MIAMI. Al contrario que en los hospitales de humanos atestados de enfermos por culpa del COVID-19, el número de pacientes del Hospital de Tortugas de Marathon (Florida) es menor a lo habitual a consecuencia de esa misma enfermedad.

Un hombre sostiene una pequeña tortuga marina.
Un hombre sostiene una pequeña tortuga marina.CHAIDEER MAHYUDDIN

Esta institución como hay pocas en el mundo, situada en los Cayos de Florida, 175 kilómetros al sur de Miami, da cobijo actualmente a 43 tortugas marinas en rehabilitación. El nuevo coronavirus afecta de dos maneras al centro fundado en 1986: no puede recibir visitantes y, por consiguiente, tiene menos ingresos y cómo no hay gente en las playas y pocas embarcaciones en el mar “ahora tienen menos ojos” para ver a las tortugas varadas o heridas, dice a Efe la gerente del hospital, Bette Zirkelbach.

Desde el pasado 22 de marzo está prohibida la entrada en los Cayos de todos los visitantes que no sean residentes o tengan que trabajar en alguno de los negocios considerados como esenciales.

Normalmente, los veterinarios que examinan semanalmente a las tortugas viajaban por carretera o avión hasta Marathon, uno de los Cayos de la Florida, que se extienden unos 320 kilómetros en un arco con dirección sur-suroeste y luego hacia el oeste hasta Cayo Hueso (Key West), la última de las islas habitadas.

Telemedicina también para tortugas

"Nadie está volando a ningún lado estos días, así que hemos tenido que volvernos muy creativos como muchos otros negocios. Estamos usando Zoom, una aplicación con la que estamos pudiendo conectar con nuestros veterinarios para hacer exámenes en vídeo cada semana", dice Zirkelbach.

El hospital ha conseguido mantener la atención médica "al más alto nivel posible" gracias a veterinarios como Terry Norton, del Centro de Tortugas de Georgia, que examina minuciosamente a través de la pantalla de su ordenador a estas tortugas, muchas de las cuales han sido víctimas de la acción humana.

"Hacemos procedimientos sin complicaciones bajo la atenta mirada y la guía de nuestro veterinario y es una forma en la que nos hemos vuelto creativos para mantener los exámenes veterinarios al día", señaló Zirkelbach.

Para estos chequeos el veterinario cuenta con dos o tres asistentes que se encargan de limpiar las heridas, darles las medicinas necesarias o rehabilitar las partes dañadas.

En caso de que haya necesidad de realizar una operación quirúrgica complicada o un procedimiento de emergencia cuentan con un veterinario local en la zona al que pueden acudir.

Un motel reconvertido en hospital

Este hospital, instalado en un antiguo motel y cuyo objetivo es rehabilitar a las tortugas dañadas y devolverlas a su hábitat natural, nació en 1986 de la mano de Richie Moretti, un activista de la defensa del medio ambiente y del ecosistema de los Cayos.

Más de tres décadas después de su inauguración, el hospital ha rehabilitado y devuelto al mar a más de mil de estos animales amenazados y actualmente cuenta con decenas de tortugas en sus instalaciones, entre las que hay alguna de más de 136 kilos de peso.

Nemo y Squirt, dos Chelonia mydas o tortugas verdes, han sido las últimas en ser liberadas de vuelta al mar, lo que supone la etapa final de un largo periodo de recuperación y para el que las autoridades locales les abrieron la playa que, por el momento, se mantiene cerrada al público por el coronavirus.

Zirkelbach dijo que existe la posibilidad de que, como las playas están cerradas por el coronavirus y mucha menos gente sale a navegar las tortugas se pueden ven favorecidas por esta situación, pero aun es pronto para decirlo.

Según el último informe de la Comisión de la Vida Salvaje de Florida, que registró los nidos de 27 playas, el año pasado se produjo un aumento en al menos tres de las siete especies de tortugas presentes en Florida, en cuyas playas ponen sus huevos entre marzo y octubre de cada año el 90 % de estos animales del país.

Víctimas de los humanos

No todas las tortugas que llegan al centro pueden ser devueltas al océano ya que por culpa de las hélices de los barcos, las redes de pesca u otros depredadores han quedado demasiado dañadas para poder vivir en libertad.

Aquellas con heridas demasiado graves para sobrevivir en el océano viven en el propio centro o son enviadas a diferentes acuarios alrededor del mundo, como Madea una tortuga de la especie Caretta caretta, también conocida como "boba", a la que un barco golpeó en el caparazón y le arrancó una de sus aletas.

El tercer pilar sobre el que se sostiene el centro es el programa educativo, que también han tenido que adaptar por culpa del virus.

“Rehabilitamos tortugas marinas y nuestro objetivo con cada una de ellas es retornarlas a la naturaleza y eso supone un gran impacto para la especie, pero el gran alcance de nuestro programa es ayudar a los visitantes a conocer a las tortugas y creo que estamos salvando ese obstáculo de forma creativa ofreciendo en línea contenido educacional”, explicó la gerente.

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