Haspel, que tiene 60 años, ha trabajado como agente encubierto la mayor parte de su carrera y jugó un rol central en la puesta en marcha en EEUU del programa extrajudicial tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 para encarcelar e interrogar a sospechosos de terrorismo.
De hecho, la subdirectora de la CIA dirigió en Tailandia el primero de los centros clandestinos de detención conocidos como “ black sites ” que EEUU abrió en esa época.
Haspel estuvo presente en al menos dos interrogatorios en los que se utilizaron torturas, el de los presuntos miembros de Al Qaeda Abu Zubaydah y Abd al Rahim al Nashiri, según se recogió en una investigación del Senado.
A Zubaydah se le sometió 83 veces a la técnica de tortura del “submarino” ("waterboard") , de acuerdo con documentos revelados a posteriori.
A Haspel también se la responsabiliza de haber ordenado en 2005 la destrucción de las cintas en las que estaban registradas todas las torturas a las que fueron sometidos los detenidos y que se guardaban en el centro de Tailandia.
Fue precisamente ese episodio el que le costó en 2013 la promoción a directora de operaciones clandestinas de la CIA, un cargo que tenía que confirmar el Senado.
Aunque el Gobierno de Barack Obama quiso poner fin a los interrogatorios con torturas que proliferaron tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, Trump ha declarado que la tortura “ funciona ” y no ve con malos ojos utilizarla de nuevo.
El perfil de Haspel encaja en la nueva era de la CIA de Trump, que dirige Mike Pompeo.