La sentencia se apoyó en los numerosos testimonios que involucran al individuo, de 47 años, en tres episodios ocurridos en abril de 1994 en la prefectura de Kibungo (sudeste de Ruanda) y en los que murieron unas 2.000 personas, la mayoría de la etnia tutsi.
“La ignorancia a la que apela el acusado no parece creíble”, señaló el magistrado principal, Jonas Petter Madsø, durante la lectura de la sentencia para justificar la pena, que coincide con la que solicitaba la Fiscalía.
Se trata del primer proceso por genocidio en la historia de Noruega, aunque al acusado no se le pudo aplicar el artículo sobre crímenes contra la humanidad del Código Penal noruego, que fija penas de hasta 30 años de cárcel, ya que fue introducido después de que fueran cometidos los delitos.
El individuo, cuya identidad no ha sido facilitada y que vive con su familia en Bergen (este de Noruega) desde 2001, apeló la sentencia al considerarse inocente de las acusaciones.