“Los nuevos misiles tienen capacidades mejoradas para superar tanto el actual como el futuro sistema de defensa antiaérea. Se logra gracias a la reducción del espacio de aceleración del cohete” y tecnologías que hacen imprevisible su trayectoria, explicó el general a los periodistas.
En la actualidad, agregó, “el segmento europeo del escudo antimisiles es una amenaza limitada para las Fuerzas Estratégicas rusas ya que no afectan de forma crítica a sus capacidades de combate”.
Moscú, que no escatima en gastos de defensa pese a la grave recesión que vive el país desde hace tres años, espera que todas sus fuerzas nucleares cuenten con los sistemas de misiles más modernos en 2022.
La prioridad es dotar a las unidades móviles de las Fuerzas Estratégicas con los misiles intercontinentales Yars, pueden portar hasta seis ojivas termonucleares de guiado individual y que son capaces, según los expertos rusos, de burlar cualquier sistema de defensa antimisiles.
La primera prueba de este tipo de cohetes, que emplean combustible sólido y tienen un alcance estimado de 12.000 kilómetros, fue realizada en 2007.