“En nuestro arsenal no había esa clase de sistemas, ni los sistemas ni los especialistas. Por eso, no pudimos derribar el Boeing”, dijo Eduard Basurin, portavoz militar de la autodenominada república popular de Donetsk, a la agencia rusa Interfax.
Basurin insistió en que los insurgentes ucranianos no tenían ningún motivo para abatir el avión de pasajeros, que fue derribado cuando sobrevolaba la zona de conflicto en la región de Donetsk. “Eso es una locura. ¿Para qué íbamos a hacerlo?”, agregó.
Recordó que EE.UU. nunca ha presentado las imágenes de satélite que supuestamente demuestran que el misil del sistema antiaéreo Buk fue lanzado desde zona rebelde y lo mismo ocurre con los datos de los radares ucranianos sobre los aviones de guerra que sobrevolaban esa zona.
“Pero al mismo tiempo afirmaron que (el Boeing) fue derribado por un sistema Buk desde una zona bajo control de los rebeldes. Considero que eso se hace especialmente para llevar a la investigación a un callejón sin salida”, dijo. Como consecuencia, añadió, la comisión internacional “ya es la segunda vez que saca conclusiones incorrectas” al inculpar abiertamente a los prorrusos.
En cambio, recordó que el avión malasio sí pudo ser derribado por un Buk ucraniano, ya que esos sistemas antiaéreos “permanecen en el arsenal de Ucrania desde tiempos soviéticos”.
“Pudo ser uno de ellos”, sugirió.
La Fiscalía holandesa indicó hoy que el Buk fue traído desde el territorio ruso y disparado desde un campo cercano a la localidad de Pervomaisk, en el este de Ucrania, que en ese momento estaba en manos de los rebeldes prorrusos.
Según las pesquisas del Equipo de Investigación Conjunto, que reúne a expertos de Holanda, Australia, Bélgica, Malasia y Ucrania, la lanzadora del misil fue retirada a continuación de vuelta a territorio ruso. Por su parte, las autoridades rusas presentaron este lunes nuevas pruebas que demostrarían que el misil no pudo ser lanzado en ningún caso desde zonas controladas por los separatistas.
El sistema de radares ruso ubicado en la región de Rostov del Don -muy próxima a la zona de la tragedia que costó la vida a 298 personas- “no detectó el acercamiento de objetos voladores al avión en los momentos previos al siniestro”, aseguró a los medios el comandante de las fuerzas radiotécnicas rusas, Andréi Koban.
“Si el Boeing malasio fuera derribado por un misil disparado desde una zona situada al este del punto de la catástrofe, (el proyectil) habría sido localizado por el radar ruso”, afirmó el militar ruso.
El oficial ruso también dijo tener pruebas que apuntarían a que las fuerzas de Kiev contaban con sistemas de defensa antiaérea en la zona del siniestro e insinuó que podían haberlos usado contra el avión de pasajeros que cubría la ruta entre Amsterdam y Kuala Lumpur.
En el Boeing-777 viajaban 298 personas, de las que 196 eran holandeses, otros 27 australianos, 44 malasios y un neozelandés, entre otras nacionalidades.
Un total de 33 familiares de víctimas de Australia, Malasia y Nueva Zelanda, representados por un abogado australiano, han presentado una denuncia ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en Estrasburgo y piden una indemnización de 10 millones de dólares por persona al Estado ruso.