Al acto de hoy, que comenzó con “yuyus” de bienvenida típicos en Marruecos, habían sido invitados miembros de las numerosas órdenes religiosas presentes en Marruecos -hubo españoles, franceses, congoleses y mexicanos, entre otras nacionalidades-, y junto a ellos estaban los representantes de los cultos evangélico, anglicano y ortodoxo en Marruecos.
Antes de pronunciar su discurso, Francisco suscitó los aplausos cuando quiso homenajear a dos de los presentes: el padre Jean Pierre Schumacher, uno de los supervivientes de la matanza en el monasterio trapense de Tibhirine, en Argelia, y la religiosa italiana Sor Ercilia, que con 97 años es la monja decana en Marruecos.
El discurso de Francisco, quien estuvo flanqueado por los arzobispos de Rabat, Cristóbal López, y Tánger, Santiago Agrelo, estuvo centrado sobre todo en elogiar la labor de los religiosos, a los que animó a seguir “estando cerca de quienes a menudo son dejados atrás, de los pequeños y los pobres, de los presos y los migrantes”.
Hasta en cuatro ocasiones Francisco habló contra la idea del proselitismo religioso -una acción que, por cierto, está castigada con la cárcel en Marruecos-, al insistir en que no importa que los católicos sean pocos, sino en el ejemplo de vida que deben dar “junto a los hermanos y hermanas musulmanas”.
La labor de los religiosos y sus servicios asistenciales y de caridad con enfermos, presos, ancianos o migrantes sirve para “desenmascarar y poner en evidencia todos los intentos de utilizar las diferencias y la ignorancia para sembrar miedo, odio y conflicto”.
Y es que Francisco volvió sobre la idea de la fraternidad universal “golpeada por las políticas de integrismo y división y por los sistemas de ganancia insaciable y las tendencias ideológicas odiosas, que manipulan las acciones y los destinos de los hombres”.
Al terminar su discurso, el papa rezó el Ángelus junto a todos los presentes, y al salir de la Catedral recibió tres regalos preparados por el pueblo marroquí: un pequeño árbol de argán, del que se extrae el preciado aceite del mismo nombre, y dos obras artísticas.
Una de ellas es una escultura de Jesús llevando la cruz, del artista tunecino Sahbi Chtoui, afincado en Marruecos hace décadas, y un cuadro pintado por alumnos de la escuela Jeanne d'Arc, uno de los establecimientos que la Iglesia católica regenta en Marruecos, aunque casi todos sus alumnos sean musulmanes.
En Marruecos hay cerca de 25.000 católicos, cuenta con dos obispos el de Rabat y Tanger, 35 parroquias, 15 sacerdotes diocesanos, 31 religiosos, 10 religiosos no sacerdotes y 175 religiosas de distintas congregaciones.
Los centros de educación de propiedad o dirigidos por eclesiásticos o religiosos son un total de 34, mientras que son 10 los orfanatos, dos las casas para ancianos, inválidos y minusválidos, 7 los ambulatorios y un hospital.