“Demostrar que pudimos cuidar de estas personas y que no se expandió la infección en sus comunidades reducirá el miedo en el futuro, pero las instituciones y organizaciones deberían ayudar a no jugar con el miedo”, dijo a Efe el médico epidemólogo de la organización Albert Sprecher.
Sprecher presentó, junto al especialista humanitario Michiel Hofman, el libro La Política del Miedo, con el que la organización busca examinar el papel que jugó durante la crisis desde el primer caso, detectado en Guinea en 2013, hasta que la Organización Mundial de la Salud declaró oficialmente el fin de la epidemia el 29 de marzo de 2016.
Una epidemia que se cobró la vida de 11.308 personas y contaminó a 28.646, y que “no solo puso a prueba valores éticos, sino que también mostró los límites de las capacidades médicas y logísticas” de la organización.
MSF criticó que la crisis se midiera como “un asunto de seguridad nacional” en Estados Unidos, algo que “tiene efectos negativos en la gestión de la epidemia”.
“La pobre infraestructura sanitaria en África se vio como una amenaza de seguridad para Europa y Estados Unidos, que vieron necesaria mayor inversión para evitar ese riesgo. Pero la razón por la que debemos ayudar tiene como base la solidaridad y las consecuencias catastróficas que tienen las epidemias, la miseria y la muerte en estos países”, dijo Sprecher.
MSF incidió en la necesidad de revisar los protocolos de actuación en los países en riesgo “antes de que estallen las epidemias”. También destacó la importancia de las terapias experimentales y los ensayos clínicos, dado que “tener tratamientos con eficacia demostrada reduce el miedo a la epidemia y contribuye a una mejor gestión”.
El médico recordó que “España nunca tuvo riesgo real de expandir la infección del ébola” y lamentó que “el miedo se magnificara en la prensa”.
“La historia del perro con ébola era muy interesante, pero no había riesgo real de que un perro expandiera el virus en un país”, ironizó Sprecher, en referencia al sonado caso de “Excalibur”, el perro de la auxiliar de enfermería española infectada, Teresa Romero, sacrificado por orden judicial como medida preventiva.
El médico concluyó que la expansión del virus se debe a tres factores: “los cuidados, que se hacen en muchos casos en los hogares; el modo en que se producen los entierros, que aumenta la contracción de la enfermedad, y las malas prácticas del control de las infecciones en los hospitales”.
“No tenemos ninguna de estas tres cosas ni en Europa ni en Estados Unidos. El control de las infecciones no es perfecto, pero es bueno y suficiente para prevenir la amplificación de casos”, aseguró.