Cargando...
El líder de los bolcheviques (facción mayoritaria de los marxistas rusos), Vladímir Ilich Uliánov, quien había adoptado el seudónimo de Lenin, llevaba viviendo en el exilio unos diez años cuando en febrero de 1917 estalló la primera revolución rusa.
Cuando regresó a su país, lo hizo con la determinación de exterminar el gobierno provisional formado por la alianza entre liberales y socialistas para imponer la creación de un estado comunista.
Para poder regresar a Rusia, el líder bolchevique contó con el apoyo de Alemania, rival de su país en la contienda armada que había iniciado en 1914. Al final, el mismo Lenin terminaría convirtiéndose en pieza clave para la rendición rusa ante los términos impuestos por los alemanes.
Los alemanes estaban convencidos de que el debilitamiento interno de sus rivales sería vital para la victoria sobre ellos y fue por eso que trató de apoyar algunos movimientos independentistas en países bajo dominio de sus contendientes; aunque no conseguían los resultados deseados. Sin embargo, la crispación política y el descontento generalizado en Rusia era completamente diferente.
“Los alemanes hicieron esa jugada”, explica el analista internacional Hugo Saguier Guanes en conversación con ABC Color con respecto a la llegada de Lenin a Rusia poco después de la Revolución de Febrero
Alemania recurrió a otros revolucionarios para establecer los primeros conctactos con el líder bolchevique. Pero la idea de viajar abiertamente por territorio alemán hasta Rusia disgustaba al hombre que se encontraba exiliado en territorio suizo No podía permitirse el aparecer como una marioneta del Káiser.
Luego de semanas de negociaciones, finalmente se llegó a un acuerdo a la forma en la que se realizaría el viaje.
Saguier Guanes relata que Lenin recorrió el territorio alemán a bordo de un ferrocarril secreto. Fueron de Zurich hasta Berlín y de allí hasta Sassnitz, una ciudad ubicada en la costa alemana sobre el mar Báltico.
En Sassnitz, Lenin y sus acompañantes se embarcaron en un ferry para llegar a Malmö y de allí llegar a Estocolmo. El ingreso a territorio sueco fue facilitado gracias a gestiones realizadas por diplomáticos alemanes. Finalmente, el 16 de abril, la comitivia llegaba a Petrogrado donde fue recibida por una multitud.
No le hizo falta mucho tiempo a Lenin y Trotsky para generar la crispación suficiente para provocar un nuevo levantamiento. En octubre se daba inicio a una nueva sedición que terminaría llevando a los bolcheviques al poder.
Una vez en el poder, Lenin terminaría firmando el tratado Brest-Litovsk, por el cual Rusia daba fin a su participación en la I Guerra Mundial y cedía gran cantidad de sus territorios a las potencias centrales.
“Eso fue una conspiración que hizo Alemania, encontró una veta muy importante que era Lenin para ponerle fin a la participación rusa”, señala Saguier Guanes.
Para el analista internacional, la revolución encabezada por Lenin y Trotsky fue fundamental para las intenciones alemanas. Con la finalización de la participación rusa, Alemania pudo refozar las fuerzas en el frente occidental pues el frente oriental se encontraba ya bajo su poder.
Así, Lenin, el líder revolucionario ruso, se convertiría en el “as” bajo la manga de Alemania para dar fin a la participación rusa en la Primera Guerra Mundial.