La Revolución Cultural cumple 50 años en silencio y con heridas mal cerradas

PEKÍN. El 50 aniversario del inicio de la Revolución Cultural (1966-76), un periodo que sumió a China en un caos político, económico y social , se cumple con un notable silencio oficial pero también con llamadas a recuperar ese doloroso recuerdo.

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Los medios chinos, tanto oficiales como independientes, se han abstenido de hacer mención alguna al aniversario de la “Notificación del 16 de mayo”, el documento emitido por el Partido Comunista de China en 1966 que llamaba a luchar contra elementos “burgueses” en todo el país e iniciaba con ello una auténtica caza de brujas.

Aquella llamada, que en realidad escondía una estratagema de Mao Zedong para librarse de rivales políticos como Deng Xiaoping o Liu Shaoqi, fue respondida por jóvenes “guardias rojos” que sembraron el terror con linchamientos públicos, quemas de libros o destrucciones de reliquias culturales, entre otros crímenes.

Uno de los pocos intentos estos días de recordar esa época -y ensalzarla- desencadenó mucha polémica el pasado 2 de mayo, cuando en un concierto en el Gran Palacio del Pueblo, la sede del Legislativo chino, un grupo de jóvenes vestidas con traje Mao entonó canciones de la Revolución Cultural.

El diario Global Times, vinculado al Partido Comunista, criticó ese velado homenaje en un editorial donde aseguró que el espectáculo “de glorificación de una década caótica” había ofendido a la opinión pública. También advirtió de que cualquier acto de recuerdo podría significar “un signo de que hay tentativas de comenzar otra Revolución Cultural en China”.

Los líderes chinos también han evitado en los últimos días hacer mención a uno de los puntos más oscuros en la historia de la República Popular, aunque algunos fueron víctimas de la misma Revolución Cultural.

El presidente Xi Jinping, que estuvo reeducándose en el campo en los 70 y cuyo padre fue encarcelado durante ese período, se refirió en un encuentro este año con gobernadores provinciales a la “desastrosa década de la Revolución Cultural”, en la que el país “no pudo seguir la construcción de su industrialización”.

En 1981, año en el que la esposa de Mao (Jiang Qing) y el resto de la Banda de los Cuatro fueron considerados culpables de miles de muertes por la Revolución Cultural, el régimen declaró oficialmente aquel periodo como una “grave equivocación” aunque evitando ahondar en ella y sin personalizar en verdugos o víctimas.

“Visiones que se desvíen de aquel documento podrían llamar la atención, pero pronto serán ignoradas”, señaló el reciente editorial de Global Times, en referencia a que es mejor no escarbar mucho en aquel doloroso tiempo en el que murieron entre 1,7 y 3 millones de personas, según cálculos de distintos historiadores.

Esta resistencia oficial a la memoria choca a muchas víctimas de la Revolución Cultural, como el jubilado Ning Huirong, cuya familia fue perseguida por los guardias rojos y quien asegura hoy a Efe que “claro que debería ser recordada”, precisamente para “evitar que no vuelva a ocurrir”.

Comparten esta visión antiguos guardias rojos como Ling Wenxiu, quien cree que aún quedan “muchas cosas” por aclarar de aquella etapa que causó “mucho daño al país y a los ciudadanos”.

“El Gobierno todavía esconde el tema de la Revolución Cultural, no deja que los ciudadanos hablen abiertamente de ello”, lamentó en declaraciones a Efe Ling, quien afirma que su facción no participó en actos violentos.

Pese al inmovilismo estatal, en los últimos años ha habido antiguos guardias rojos que ya en la vejez han decidido pedir perdón públicamente por sus actos de hace medio siglo. El primero en dar el paso, en 2013, fue Chen Xiaolu, hijo de uno de los padres teóricos de la Revolución Cultural, quien públicamente pidió disculpas a sus antiguos profesores de instituto, un gesto que más tarde han repetido otros antiguos guardias rojos.

Por otro lado, la Revolución Cultural también tiene sus nostálgicos, personas que piensan que aquel tiempo, con mayor idealismo y menor corrupción que el actual, tuvo partes positivas; una visión que impera sobre todo en el campo, donde la violencia de los guardias rojos se sufrió menos.

Además, aún sobrevive en la China actual la icónica estética de la Revolución Cultural, que se sigue usando en obras de artistas chinos contemporáneos, en recuerdos para turistas, o pervive en restaurantes “maoístas” donde camareros disfrazados de guardias rojos sirven el menú.

La Revolución Cultural finalizó en 1976, con la muerte de Mao el 9 de septiembre y la posterior detención de la Banda de los Cuatro en octubre. Ello llevó a la rehabilitación de Deng Xiaoping -quien había sido purgado dos veces durante la Revolución Cultural- y el inicio de una fase más pragmática del régimen comunista, la llamada “reforma y apertura”.

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