La capilla que quiere evitar filtraciones

VATICANO. Durante siglos, la Iglesia católica contó con los muros de la Capilla Sixtina para mantener en secreto el proceso de elección de un nuevo Papa. Pero el Vaticano debe ahora vigilar a todo un arsenal electrónico ante los cardenales tuiteros.

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La seguridad será lo más importante cuando los príncipes de birreta roja de la Iglesia se reúnan en Roma para elegir al sucesor de Benedicto XVI, el primer pontífice en siglos en renunciar tras un papado manchado por el escándalo de los llamados "Vatileaks", que estalló cuando su mayordomo fotocopió y filtró documentos secretos alegando corrupción en la Santa Sede.

La palabra "cónclave" significa "bajo llave" en italiano y viene de un término latino que se refiere a una habitación que puede cerrarse. Pero las puertas cerradas ya no bastarán en el siglo XXI. Una cuadrilla de trabajadores preparó la Capilla Sixtina, donde se espera que tenga lugar el voto secreto la próxima semana, colocando un falso suelo sobre los azulejos e instalando inhibidores para bloquear cualquier señal móvil que escape de la capilla del siglo XV, el lugar donde se encuentra el gran fresco de Miguel Ángel "El Juicio Final".

Antes de la votación, las autoridades vaticanas pasarán por la capilla y los alojamientos de los cardenales escáneres en busca de micrófonos ocultos. También implicada en la vigilancia, la policía vaticana pinchó varias líneas telefónicas en la ciudad-estado el año pasado en su investigación para averiguar si los residentes habían ayudado al mayordomo Paolo Gabriele a filtrar documentos a un periódico italiano a comienzos del 2012.

Como chambelán de la Iglesia, es la responsabilidad del cardenal Tarcisio Bertone asegurarse de que se mantenga el secreto -junto con otros tres cardenales asistentes seleccionados- y pueden contratar a dos técnicos de confianza para que les ayuden.

Tienen un inmenso trabajo entre manos. El uso de cualquier tipo de tecnología para grabar o transmitir voces, imágenes o texto dentro del cónclave está prohibido, y los cardenales han jurado no revelar sus procedimientos hasta que el nuevo Papa se los ordene.

Televisiones, radios y cualquier noticia del mundo exterior también están vedadas. Los cardenales tienen prohibido comunicarse con cualquier persona del exterior, a menos que tengan un permiso especial por "razones extremadamente graves y urgentes".

Hasta la elección del Papa Juan Pablo II, los cardenales que acudían al cónclave dormían en catres con biombos de separación entre ellos en los salones y apartamentos adyacentes a la Capilla Sixtina y los habitualmente ancianos cardenales tenían que compartir los cuartos de baño.

Juan Pablo actualizó las reglas de gobierno del cónclave para tratar el tema de las nuevas tecnologías en 1996 y construyó la Domus Sanctae Marthae, unos alojamientos gestionados por monjas que tenían suficientes habitaciones individuales para acoger a todos los cardenales. Las habitaciones se asignan por sorteo.

Los electores estarán protegidos por la policía vaticana mientras recorren los pocos cientos de metros desde la puerta de sus alojamientos en la parte trasera de la Basílica de San Pedro hasta la Capilla Sixtina. También podrán coger un autobús vaticano.

Toda la zona estará acordonada y el personal de la Santa Sede autorizado a entrar tendrá que atravesar controles con detectores de metales. Pero, por encima de todo, el Vaticano ha apelado a las propias conciencias de los cardenales para no romper las normas. "Estamos contando con la moralidad y la responsabilidad de la gente", declaró Lombardi esta semana.

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