La ONG pidió a las autoridades egipcias, en un comunicado, que apliquen la ley que prohíbe la ablación y que desarrollen una estrategia nacional para concienciar sobre los daños físicos y mentales de la mutilación genital femenina.
HRW recuerda que la extirpación parcial o total de los genitales externos femeninos con fines no médicos “puede conducir a severas consecuencias para la salud”, como dolor, infección o problemas ginecológicos a largo plazo.
“Egipto puede tener una ley sobre el papel, pero de nada sirve si no hay acciones judiciales. Las autoridades deben enviar un mensaje claro a la policía, la fiscalía y los tribunales para que persigan estos delitos”, reitera en la nota.
Un tribunal egipcio absolvió la semana pasada al doctor Raslan Fadl, el primer médico llevado a juicio por practicar la ablación en Egipto, de los cargos que pesaban contra él tras haber realizado una intervención que mató a Soheir al Bata, una niña de 13 años, en junio de 2013.
El padre de la menor, Bati Ibrahim, juzgado en rebeldía, fue también absuelto de haber obligado a su hija a someterse a esta práctica, informó a Efe uno de los abogados de la acusación, Atef Abu al Enein, de la Fundación de los Asuntos de la Mujer Egipcia.
Pese a su prohibición hace seis años, HRW señala que la ablación es una practica generalizada en Egipto y, según una encuesta demográfica de 2008, al menos el 91% de las niñas y mujeres de entre 15 y 49 años habría sufrido la mutilación.
Estos datos colocan a Egipto en el cuarto lugar entre los 29 países en los que esta práctica se esconde bajo la apariencia de tradición religiosa, tanto cristiana como musulmana.