El acto solemne, en el que participaron alrededor de 300 personas, entre ellas altos cargos locales, se celebró seis días después de la catástrofe, una fecha que según la tradición china es la más indicada para despedir a los muertos.
Entre los participantes destacaban numerosos bomberos, uno de los colectivos más afectados por el accidente, ya que muchos de los 114 fallecidos y de los 57 desaparecidos eran miembros de ese cuerpo, que acudieron al lugar del siniestro tras las primeras explosiones y murieron en las explosiones.
La zona del homenaje, próxima al almacén de materiales explosivos donde ocurrió el accidente, se decoró con crisantemos blancos, la flor más utilizada en los funerales orientales, y una gran pancarta con mensajes de condolencia.
Similares homenajes se celebraron en el Hospital TEDA, donde son atendidos la mayoría de los 700 heridos en las explosiones, y donde el personal médico encendió velas en honor a los fallecidos, en la zona de urgencias de esas instalaciones.