El tsunami “se lo llevó todo”

CARITA. Asep Sunaria escuchó un fuerte ruido y, segundos después, un muro de agua lo tiró de su motocicleta, engulló su casa y el pueblo indonesio de Sukarame, que hasta el sábado por la noche era su hogar.

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Sunaria, de 42 años, relata cómo vivió este desastre, que surgió sin aviso previo, mientras los socorristas intentan en la zona buscar supervivientes de este tsunami que dejó al menos 281 víctimas mortales en zonas costeras del país.

“El agua surgió con un sonido fuerte, como de viento: ¡wuuush!”, cuenta el superviviente a la AFP. “Yo estaba conmocionado. No me lo esperaba en absoluto. ¡No hubo alerta! Al principio pensé que se trataba de una ola causada por la marea, pero el agua subió tanto...”, agrega. Se puso a correr con su familia hacia las alturas del pueblo de Sukarame, en la costa este de Java, llevándose únicamente la ropa puesta.

Sunaria dice haber tenido suerte. Varios habitantes del pueblo murieron cuando la ola del tsunami barrió el sábado por la noche las playas del sur de la isla de Sumatra y la extremidad occidental de Java, inundando hoteles y localidades situadas al borde del mar. La ola gigante apareció tras la erupción en el Estrecho de la Sonda del volcán Anak Krakatoa, conocido como el “hijo” del legendario Krakatoa. “Mi familia está ahora segura, pero mi casa fue destruida, (el tsunami) se lo llevó todo” afirma Sunaria

“Ahora estoy buscando cuerpos que aún no han sido hallados. Encontramos uno ayer y verificamos los lugares donde podría haber otros”.

Otra habitante, Sunarti, camina con el agua hasta las rodillas, buscando sus enseres, que han sido arrastrados y dispersados lejos de su casa reducida a escombros. “Ayer encontramos dos cadáveres” , dice esta mujer de 61 años.

Sunarti —que como muchos indonesios sólo tiene un nombre— se alegra de que su madre de 100 años haya sobrevivido. La familia se ha refugiado ahora en las alturas pues las autoridades advierten que hay un riesgo de que se produzcan nuevas olas mortales. “Mi vida ya era dura. Éramos muy pobres, y ahora esto...”, se lamenta la mujer.

En la localidad de Cilurah, Ade Junaedi, otro superviviente, cuenta cómo fue testigo de la furia de la naturaleza. “Ocurrió tan rápido” , relata Ade Junaedi. “Hablaba con un huésped en mi casa cuando mi mujer abrió la puerta, gritando, aterrada. Creí que era un incendio, pero al ir hacia la puerta ví el agua llegar...”.

En la localidad de Sukarame, Sunarti y sus vecinos esperan en medio de la falta de comida que les lleguen las ayudas. “No hemos recibido nada hasta ahora. Algunos se están muriendo de hambre”, dice la mujer.

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