Durante el proceso, que se extenderá por más de cuatro meses, el jurado deberá decidir si el pequeño pero temido Chapo, de 61 años y poco más de 1,60 metros de altura, considerado el mayor narcotraficante del mundo tras la muerte del colombiano Pablo Escobar, es culpable o no de 11 delitos de tráfico y distribución de droga, posesión de armas y lavado de dinero.
Su condena puede acarrearle la cadena perpetua. México lo extraditó con la condición de que se no le aplique la pena de muerte. El juez de Brooklyn Brian Cogan y abogados de ambas partes ya han reducido los potenciales jurados de mil a poco más de un centenar, y durante toda esta semana escogerán a puertas cerradas a los 12 titulares y seis suplentes que decidirán la suerte de El Chapo.
Solo cinco periodistas podrán entrar a la sala esta primera semana, y no se permitirá el acceso del público. Los nombres y otros datos personales de los jurados se mantendrán en el anonimato, y serán escoltados por alguaciles cada día a la corte. Extraditado desde México en enero de 2017, El Chapo es acusado de liderar entre 1989 y 2014 el despiadado cártel de Sinaloa, al que fundó y convirtió en “la mayor organización de tráfico de droga del mundo” , según la acusación.
La fiscalía, que prepara el caso desde hace años, asegura que El Chapo envió a Estados Unidos al menos 154.626 kilos de cocaína, además de múltiples toneladas de otras drogas, facturando en total unos 14.000 millones de dólares. El Chapo se declara inocente, pero el gobierno ha presentado montañas de evidencia, más de 300.000 páginas de documentos y al menos 117.000 grabaciones de audio, más centenares de fotos y videos.
La última fue entregada el viernes pasado: más fotos y grabaciones ligadas a una incautación de drogas, una llamada que El Chapo hizo desde la cárcel de Manhattan, un mapa e información de comunicaciones interceptadas, según una carta del gobierno archivada ese día ante la corte. Su proceso es un gran triunfo para el gobierno estadounidense, que nunca consiguió extraditar y juzgar a Escobar, el exjefe del cártel de Medellín abatido en una operación policial en 1993. ¿Pero a qué precio? El cártel de Sinaloa fundado en 1989 por El Chapo sigue siendo muy potente, su coacusado Ismael “El Mayo” Zambada continúa prófugo y la violencia del narcotráfico no ceja en México, que tuvo un récord de casi 29.000 homicidios en 2017.
En Estados Unidos, el consumo de opiáceos se ha tornado una epidemia que en 2016 mató a un promedio de 174 personas por día. “¿Podrá esto impedir que una libra más de cocaína llegue a Estados Unidos? Probablemente no. La máquina sigue girando” , estimó Rob Heroy, un abogado de Carolina del Norte que defendió a otro importante narcotraficante mexicano.
El abogado de El Chapo Jeffrey Lichtman dijo a la AFP que el monumental juicio tendrá “cientos de testigos” .
Heroy estima que el proceso costará “más de 50 millones de dólares”.
“Se presenta como el juicio más caro de la historia de Estados Unidos”, dijo. Un gran secreto rodea el caso. Ni siquiera los abogados de El Chapo saben aún quiénes serán sus exsocios, empleados o rivales que declararán en su contra.
Lo único que se sabe es que algunos integran el programa de protección de testigos y han recibido nuevas identidades, y que otros ya están en la cárcel y fueron ubicados en celdas especiales para protegerlos. Su cooperación implica un riesgo de vida para ellos y sus familiares, pero puede ayudarles a reducir su pena.
En su celda de Manhattan, El Chapo está solo 23 horas al día. Los únicos que pueden visitarle son sus tres abogados y sus hijas mellizas de siete años, pero no pueden tocarle, ya que los separa una mampara de vidrio.
Tiene prohibidas las visitas de su esposa Emma Coronel, una exuberante exreina de belleza de 29 años que se estima estará presente en el juicio. Capturado por primera vez en Guatemala en 1993, El Chapo pasó más de siete años en una prisión mexicana de la que escapó en 2001, escondido dentro de un carrito de ropa sucia.
Arrestado nuevamente en febrero de 2014 volvió a escaparse 14 meses después por un túnel de 1,5 km bajo la ducha de su celda, donde se montó en una moto adaptada para circular sobre rieles.
Fue recapturado en enero de 2016, cuando las autoridades rastrearon su pista luego de que recibió clandestinamente al actor estadounidense Sean Penn y a la actriz mexicana Kate del Castillo, que querían hacer un filme sobre su vida.