PARÍS. “Verificamos una predicción importante de la teoría de la relatividad general en el entorno de un agujero negro, que es el corrimiento hacia el rojo de la luz” por el efecto de un campo gravitatorio intenso, declaró Guy Perrin, uno de los padres del instrumento Gravity que facilitó ese resultado, publicado hoy en Astronomy & Astrophysics.
Un agujero negro es un objeto tan denso que su gravedad impide escapar incluso a la luz y en sus cercanías desvía la trayectoria de los haces luminosos.
El centro de la Via Láctea, la galaxia en la que se encuentra la Tierra y a 26.000 años luz, alberga uno de esos monstruos invisibles, Sagittarius A, cuya masa es equivalente a 4 millones de veces la del Sol.
Está rodeado de un conglomerado de estrellas que, debido a su fuerza de gravedad, alcanzan velocidades vertiginosas cuando se acercan a él.
Cuando la estrella pasó a 120 veces la distancia Tierra-Sol del agujero negro (menos de 20.000 millones de kilómetros), su velocidad orbital alcanzó 8.000 kilómetros/segundo, o sea cerca del 3% de la velocidad de la luz. Condiciones suficientemente extremas como para que la estrella S2 sufriera efectos importantes relacionados con la relatividad general.
“Según esta teoría, un cuerpo masivo atrae la luz (curvando los rayos luminosos) o desacelera el tiempo. Este último efecto es el que conduce al enrojecimiento de la luz de la estrella en las cercanías de Sagittarius A*” , explica Guy Perrin, quien es astrónomo en el Observatorio de Paris-PSL.
“Cuando la estrella se acerca al agujero negro, aparece más roja de lo que es en realidad” pues se produce una diferencia de longitud de ondas hacia el rojo, a causa de la muy fuerte atracción gravitacional del agujero negro”, agregó.
Es la primera vez que este efecto es medido de manera directa en lo que respecta al campo gravitacional intenso de un agujero negro. Para el ESO, estos resultados son “el punto culminante de 26 años de observaciones” llevadas a cabo con esos telescopios.